Víctima de una cruel enfermedad, días pasados falleció en nuestra ciudad un taurino que dejó su estela en cuantas facetas se acercó. Fue torero, banderillero, empresario, director de la Escuela Taurina y, sobre todo, un gran aficionado con el que gustaba hablar de toros y cuyas conversaciones estaban llenas de conocimientos taurinos y de una excelente educación. En definitiva, hablar con Urbano Corbacho, mientras trataba de venderte un jamón de su tierra, era una delicia.
Corta pero fructífera fue la trayectoria como torero de Urbano Corbacho por la Monumental Plaza de Toros de Huelva, coso en el que debutó en la tarde del 19 de marzo de 1974, actuando en una novillada de promoción en la que también participaron José Cunquero, Antonio Infantes ‘Alín’, Miguel Conde y Rafalito Ruiz, para lidiar erales de Víctor Collín en una tarde encapotada y con lluvia en el tramo final del festejo, al que asistió poco público pese al onubensismo del cartel, algo solicitado por la afición. Cuando llovía con más intensidad salió el quinto astado, con el que un ilusionado Urbano quiso hacerle de todo, por lo que la actuación tuvo momentos de buena calidad y otros en los que demostró su bisoñez. Resultó volteado y sangró por una ceja antes de dejar una estocada en una acción en la que fue encunado. Como el novillo cayó pronto, los tendidos le premiaron con una oreja que, ufano, paseó en triunfo. Urbano Corbacho brindó esta faena a Miguel Báez Spínola, entonces un crío, que presenció el festejo desde un tendido.
Esa buena actuación le sirvió para hacer de nuevo el paseíllo en el festejo celebrado el 13 de julio acompañado de José Miguel Medina, Miguel Conde, Rafalito Ruiz y Francisco Ponce ‘Currito, para lidiar erales de José García Cebada. Le correspondió un astado colorado y ojo de perdiz, que colaboró bien poco en el lucimiento del torero de Los Marines, pues se frenaba y fue flojo de remos. Pese a ello, Urbano le sacó pases con ambas manos antes de, perfilándose en corto, dejar una gran estocada. Los espectadores le agradecieron el esfuerzo con muchos aplausos y dio la vuelta al ruedo.
El 8 de mayo de 1975 es una fecha inolvidable para Urbano Corbacho, pues ese día hizo su debut con picadores. Para la ocasión, en la que actuó junto a Manuel Ruiz ‘Manili’ y Antonio Rubio ‘Macandro’, el torero vistió un terno gris y oro y en ese festejo se corrieron utreros de Antonio Rubio Dubois, que no resultaron buenos para la lidia. Urbano mostró buenos deseos. En su primero, estuvo muy cerca de su oponente demostrando su valentía y consiguiendo algunos bellos momentos, para concluir con molinetes y abaniqueos, no estando muy afortunado a la hora de usar los aceros. Con el otro, que presentó muchas dificultades, se inhibió en la lidia, por lo que el tiempo fue pasando mientras sonaron los tres avisos, teniendo El Lolo que acabar con el animal de un superior cachetazo, por lo que fue muy ovacionado.
Y así acabó la historia de Urbano en la capital, aunque toreó en muchas plazas de la provincia y, posteriormente, ha seguido ligado al planeta taurino, bien ayudando a los muchachos que iban saliendo y a los que les trasmitía sus conceptos sobre el toro, bien montando festejos en los que dio siempre sitio a los toreros onubenses.
Ya en el crepúsculo de su vida taurina le llegó el ofrecimiento de dirigir la Escuela Taurina de Huelva, entonces dependiente de la Diputación Provincial, donde realizó un excelente trabajo con el grupo de chavales que por entonces acudían a la misma. Pero tras un incidente entre la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Huelva, la institución provincial decidió acabar con la Escuela Taurina.
No solo en los toros dejó su simiente, sino también en el flamenco. Tenía una hija bailaora profesional y un hijo que es cantaor de flamenco y que este verano se proclamó vencedor del Certamen del Cante de las Minas de La Unión.
Descansa en paz, Urbano Corbacho.