El pasado 28 de febrero, nuestro paisano Chico Pérez, pianista y compositor, actuaba en el acto conmemorativo del día de Andalucía en el Teatro de la Maestranza. El tradicional evento reunía, como cada año, a un número importante de personalidades andaluzas. El reconocimiento que se ofrece a los premiados en esa mañana es de máximo nivel, y a la gala, como es de entender, ni le sobra ni le falta un detalle: es perfecta, cuidada, artística, cultural…; en definitiva, es un auténtico baluarte de nuestra identidad verdiblanca. Y en este contexto, actuó nuestro paisano.
Podríamos remarcar este hecho como un hito en su carrera, pero ¿cuántos no acumula ya este músico en su trayectoria? Justo es reconocerlo actualmente como uno de los grandes músicos de nuestra tierra, y es que, desde que despidiera las aulas del Conservatorio Superior de Música de Jaén, su horizonte no ha dejado de ampliarse. Supimos de él cuando encontró una banqueta de lujo en el musical del Rey León, en Madrid, siendo el pianista del espectáculo; tiempo después, grabó su primer disco, “Gruserías”; subió un peldaño más cuando nació “Continente 27”, su segunda obra; al tiempo, nos enterábamos de que Chico salía en Canal Sur acompañando a Manuel Lombo, y nos entusiasmó verlo proyectarse de manera excelsa; coincidía todo esto con su concierto en plena Plaza de Santa María, con la Orquesta Filarmónica de España; no dejábamos de verlo anunciado en nuestra tierra y fuera de ella y, un día, leemos que el maestro pianístico actuaría en la Bienal de Flamenco; cuando creíamos que tendríamos un respiro, la catedral de Jaén se convierte en el centro de sus intenciones, y aquella tarde dibujó un concierto histórico desde el mismo altar de nuestra Asunción, verdadero pregón y sermón de la Natividad.
Confiados en que tomaría un respiro, a Chico le nace “Andalucía Porvenir” y le regala a nuestra comunidad una de las composiciones más íntimas de su legado musical. En dicha obra, además del recorrido por los ecos del “Andaluces, levantaos”, al compositor se le escapa el sonido del río, el murmullo, el latir de campanas, la bulla, el abrazo y la alegría del reencuentro con la tierra y la gente añorada. ¿Y cómo pensar, entonces, que pronto no tendremos un nuevo sobresalto y que el hito es superado? No tardará en llegar, lo sabemos, y lo hacemos con la certeza de celebrar que en Jaén nació un pianista al que debemos seguir cuidando. Su proyección tiene la brisa de los olivos y el regusto del paseo por la Alameda. Su fuente de inspiración es inagotable, y parte de culpa la tiene su querencia por nuestra ciudad. Estamos de enhorabuena en esta fértil tierra de Jaén.