De esos 40.000 activistas, al menos 2.000 están catalogados como “violentos”. Tal como recordó la ministra francesa de Interior, Michèle Alliot-Marie, cuando presentó esta semana el despliegue para la cumbre, se trata de “la mayor operación de seguridad en territorio francés tras el G-8 de Evian en 2003”.
De las 61 compañías que hay en Francia de las CRS (Compañías Republicanas de Seguridad) de la Policía Nacional, 48 están ahora desplegadas en Estrasburgo con motivo de la cumbre de la OTAN. Pero ahí no acaba todo: autopistas cortadas, trafico rodado internacional desviado a más de 100 kilómetros, tarjetas especiales para el movimiento de residentes en las zonas de la ciudad donde estarán los participantes en la cumbre, etc. prohibición de tener invitados en casa en las áreas más sensibles o parte del transporte público interrumpido.
Además, un puesto de descontaminación nuclear, radiológica, biológica y química, controlado por 15 bomberos especializados, ha sido instalado en pleno centro de la ciudad, dispuesto a intervenir en caso de atentado para tratar a posibles personas contaminadas.
En la cercana localidad de Hoerdt, las fuerzas militares han desplegado lanzaderas de misiles tierra-aire con el fin de salvaguardar el espacio aéreo de la zona, adonde hoy está llegando la gran mayoría de los participantes en la cumbre.
Desde hace tres jornadas, helicópteros militares sobrevuelan la ciudad y sus alrededores, especialmente por la noche, mientras que los aviones AWACS permanecen en tierra, ante la posibilidad de que tengan que actuar.
Al otro lado de la frontera, unos 15.000 policías controlan los actos de la cumbre en Baden-Baden, donde la canciller alemana, Ángela Merkel, ofreció una cena anoche a los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN, y en Kehl, desde donde accederán hoy a la pasarela del Rin para hacerse la foto de familia.
