Llegado el mes de septiembre comienza la cuenta atrás para las chirigotas, comparsas, coros y cuartetos que participarán en el concurso de agrupaciones del Carnaval de Huelva, una cita más que señalada en los calendarios de todo carnavalero que se precie. Es en estos días de septiembre en los que autores y directores ya tienen configurado sus respectivos grupos, con nuevas incorporaciones por ausencias de integrantes que se suplen con mucho esfuerzo, dada la situación actual por la que pasa nuestro carnaval, eso sí, con esperanza siempre de sumar algún que otro fichaje de última horas que minimice las carencias posibles, que haberlas, siempre las hay. Es en estas fechas claves y de vuelta del verano cuando se comienzan a conocer los distintos nombres de los grupos participantes, enmascarando inteligentemente el tipo a desarrollar, dejando siempre esa puerta abierta a la sorpresa que tanto impacta al público asistente en los días de Teatro.
La actividad carnavalera se incrementa en todos los aspectos y los días se adaptan para cubrir las tardes-noches de ensayos, que durarán entre cuatro y seis meses, dependiendo de cada agrupación, aunque existen los ‘jartibles’, que llevan desde el pasado febrero montando el repertorio. Los autores más rezagados comienzan una contrarreloj para cubrir el repertorio, que jamás debe ir por detrás del nivel de ensayos, siendo las nuevas letras un elemento motivador que fomenta las ilusiones de los distintos componentes más de lo que se cree. Presentación, pasodobles, cuplés y popurrí (parodias para los cuartetos y tanguillos para los coros) es el repertorio obligatorio para poder participar en cualquier concurso que se precie, y en el concurso Colombino, para estar entre los máximos galardones, son tres pases: preliminares, semifinales y final, en los que se esperan letras nuevas cada día, que impacten y sorprendan al respetable, siendo este hecho siempre valorado, de ahí que dichas letras estén estratégicamente bien definidas para ser cantadas en cualquiera de las fases, según el nivel de los contrincantes y la calidad de las mismas.
No olvidemos que esto es un concurso y el objetivo es lograr ‘coronarse’ y sacar el máximo rendimiento a lo que se tiene, y los años de experiencias cuentan para saber afrontar un concurso como el de Huelva, en el que interfiere el público, el jurado, el potencial de los componentes, las letras y músicas, e incluso las relaciones, que todo hay que decirlo. Aún con todo lo expuesto, el esfuerzo que realizan los distintos carnavaleros para estar preparados en su puesta de largo va mucho más allá: disfraces, maquillaje, atrezos, telones...
Aquí todo cuenta y cada año la calidad se supera, buscando siempre la creatividad y lograr ese ‘pelotazo’ inicial con el que conseguir meterse en esa gran final, que este año aparenta ser bastante cara. Lo bueno y malo de este concurso carnavalero es el conocimiento que tenemos de todos cuantos participamos en él, de la calidad en los distintos aspectos que pueden ofrecernos tanto autores, directores, voces o instrumentos.
Hemos estado tan encerrados en este círculo de constantes cambios entre grupos que pocas veces aparecen combinaciones de voces que nos sorprendan, aunque estamos entrando en una nueva etapa, en la que la búsqueda de integrantes fuera del entorno cercano está comenzando a dar sus frutos y aparecen nombres nuevos que crean cierta expectación, llegados de la capital o desde la provincia, un hecho ilusionante que da cierta perspectiva positiva a esta fiesta.
El concurso Colombino encierra cualidades artísticas dignas de considerar, y son los propios implicados con sus esfuerzos los que comienzan a implicarse de forma activa en este nuevo resurgir, en el que esperamos, volvamos a conquistar a Huelva.