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Acento andaluz

Sin la sabiduría del Carnaval

Cada 4 años el pueblo español deposita en las urnas su soberanía popular. En Cádiz, cada mes de febrero, miles de gaditanos y andaluces comparten su sabiduría..

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  • Gran Teatro Falla durante el COAC. -

Cada 4 años el pueblo español deposita en las urnas su soberanía popular. En Cádiz, cada mes de febrero, miles de gaditanos y andaluces comparten su sabiduría popular. En las tablas del Gran Teatro Falla, las agrupaciones no eligen a los inquilinos de la Moncloa, de San Telmo o de tal o cual casa consistorial, pero someten al escrutinio de sus letras a los más poderosos. Y no sólo eso, pulsan el sentir mayoritario de la calle sobre cualquier asunto, desde las grandes noticias internacionales o nacionales, hasta los episodios más surrealistas o los chismorreos localistas más nimios.


La maldita pandemia nos priva de eso en 2021. Es tan expansiva e invasiva que impide hasta que le pongan la cara colorá. El maldito virus se va a librar de que los coros, comparsas, chirigotas y cuartetos le juzguen con su pluma, su crítica voraz, su ironía fina, su doble sentido y su duende agudo. Nos quedaremos también sin saber qué piensan en el templo de la sabiduría popular sobre la gestión de los políticos, las insuficientes vacunas, el drama de las residencias de ancianos, el llanto de los familiares de las víctimas, la crisis económica, el confinamiento domiciliario, el toque de queda, los PCR o los rastreadores.


Tampoco escucharemos tangos, pasodobles o cuplés sobre el asalto al Capitolio, los desmanes de la Monarquía, Bárcenas y compañía, los terremotos de Granada, Filomena, La Isla de las Tentaciones y el Cádiz en primera división. De todo ello estamos huérfanos este febrero, así como del pito de caña, de los papelillos en la cara, del disfraz, del papelón en el Manteca, de las ilegales a la vuelta de cada esquina, del estribillo más pegadizo cantado con los amigos y de la catarsis callejera.



Sólo nos queda esperar un año recordando el Come onbaby de Los Yerterday, el tres por cuatro de Las bisabuelas del 55, los tipos de los Titis de Cai y Los Enteraos o la bipolaridad del Selu con Juan, el ‘Me han dicho que el amarilllo de los Peperoni, los árbitros o los cabrones del Yuyu, los Juancojones del Love, los tangos de los Desoterraos o de La Máquina, los credos de Los Piratas, El Brujo, El Circo o Capitán Veneno, y los golpes irreverentes, rápidos y desternillantes del Cascana o del Libi. Una minúscula muestra del infinito repertorio de sabiduría carnavalesca que, más que un ejercicio de nostalgia, nos aliviará la hercúlea travesía del desierto que nos queda hasta que el reloj se pare de nuevo, pero no para contar muertos, sino para que retumbe el teatro desde el patio de butacas hasta el paraíso.

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