Hace unos días, los medios de comunicación de la ciudad nos despertaban informando de un robo ocurrido a las 23:30 horas en la tienda Vodafone ubicada en la esquina de la Carrera Espinel y la calla Naranja. Al parecer, cuatro encapuchados aparcaron un vehículo en las inmediaciones del lugar de los hechos, cuando ataviados con mazas de gran tamaño, destrozaron los escaparates de la tienda y en cuestión de minuto y medio se llevaron objetos por valor de entre 10.000 y 30.000 euros.
Más allá de esta circunstancia, el coche que llevaban, un BMW de color gris, también había sido robado por estos sujetos abandonándolo en el Polígono Industrial “El Fuerte”. Probablemente, los asaltantes no pudieron escapar con el vehículo sustraído por las salidas de Ronda, debido a los controles policiales desplegados esa noche. Los criminólogos, conocemos una teoría para explicar cómo es la toma de decisiones de los delincuentes antes de cometer un acto delictivo.
Es la teoría de la elección racional de Cornish y Clarke en 1986. Los autores parten de la idea de que las personas que quieren cometer un delito, lo hacen basándose en un juicio. Es decir, consideran por un lado, los beneficios y oportunidades que pueden obtener y por otro lado, evalúan el riesgo que supondría que la policíales atrapase. Al fin y al cabo, los delincuentes buscan su beneficio propio.
En una línea similar, Cohen y Felson, 1979, desarrollaron la teoría de las actividades rutinarias. Se compone de tres actores; un objetivo adecuado, un delincuente motivado y ausencia de un guardián con autoridad. En el suceso de la tienda de telefonía, los asaltantes tuvieron que tomar una serie de decisiones basadas en el contexto que tenían. No había vigilantes con autoridad, el objetivo era adecuado y ellos estaban provistos de material y estaban motivados a realizar ese acto. Esto, sumado a la poca iluminación de la calle y que era casi media noche, permitió a los delincuentes cumplir con sus objetivos y optar por la vía rápida de actuación. Una vez que se llevaron el botín y tomaron el coche robado, tuvieron que tomar más decisiones, hacia que salida iban, qué pasaría si algún agente de seguridad o guardián con autoridad les paraba para un control, cuál es el plan “b”, son algunas de las decisiones que tomarían para, finalmente, abandonar el vehículo en una de las zonas periféricas de la ciudad, “El Fuerte”.
Como pueden comprobar, los amigos de lo ajeno también tienen un proceso de racionalización del delito en el que, por unos minutos, se dan el lujo de pensar si lo pueden hacer o no. Estas teorías son muy valiosas para la prevención de los delitos.Si los gobernantes de las ciudades pusieran su confianza en el papel del criminólogo, probablemente, se reducirían, en un porcentaje elevado, cierto tipo de delitos.