Parece ser que ya llega el verano, las altas temperaturas y la apertura de provincias en la Comunidad hacen que miles de sevillanos nos desplacemos cada fin de semana que podemos a nuestra playa de referencia. Cuando uno llega a la costa todo parece jauja, la mascarilla se olvida, uno no se acuerda del virus y empezamos a transgredir todas estas normas sociales que hemos seguido en el último año.
No sé si a ustedes les pasa, pero a mi me recuerda mucho a lo que pudimos vivir el verano pasado, una relajación extrema, auspiciada porque los políticos necesitan que se reanime la economía para poder respirar ellos también. Todo esto es un cóctel molotov con el que no sé si estoy muy cómodo, porque la experiencia me dice que muchas veces estas decisiones no han sido tomadas por las personas adecuadas ni han seguido una lógica y que al final sólo han servido para que tuviésemos pequeños respiros que han acabado en macro olas que nos han condenado a permanecer en nuestras casas gran parte del otoño-invierno.
Por otro lado, hay que felicitarnos ya que, al fin, parece que nos hemos puesto las pilas con las vacunas y están batiendo récords cada semana. Esperpéntico es el caso de Astrazeneca, mientras a finales del invierno fue el propio gobierno quien lanzó una campaña a favor de la vacuna británica, convenciendo a la población que era segura y que no nos debía afectarnos los cantos de sirenas que hablaban de coágulos mortales, para que actualmente el problema sea todo el contrario. Que se utilice a un técnico como Fernando Simón para soltar proclamas políticas es cuanto menos inquietante y que el inmunólogo más famoso, que no más prestigioso, se contradiga es algo ya habitual y que hasta a sus simpatizantes no les extraña.
Honestamente, salgo de esta crisis con mucho pesimismo porque veo que como país tenemos una perspectiva de futuro muy irreal, que tenemos problemas secundarios e incluso terciarios como foco de la escena, mientras, los ciudadanos perdemos poder adquisitivo a pasos agigantados, todo ello para que el gobierno pague los excesos que está cometiendo en el peor de los momentos y que mientras más se acerquen las elecciones más querrán maquillar. Todo parece un gran circo, donde todo ocurre entre bambalinas y los ciudadanos estamos únicamente de espectadores.
