La CEJ, a través de su presidente, reivindicó ayer un empresario autofinanciado, ético y esforzado en un nuevo tiempo para Jaén
La Confederación de Empresarios de Jaén (CEJ) celebró ayer su tradicional Asamblea General, una cita que viene, desde hace tiempo, haciendo un análisis realista de la situación que atraviesa la provincia de Jaén, sus empresarios y los trabajadores. Es cierto que la CEJ hace muchos años que ha llamado al pan, pan, y al vino, vino y mientras los políticos se dormían en los laureles, los empresarios jienenses ya empezaban a advertir de los nuevos tiempos, de los tristes tiempos. Sin embargo, demasiadas veces la mano izquierda no se enteraba de lo que hacía la derecha y muchos discursos reivindicativos tornaban en amables en los despachos de las administraciones. Ayer, el presidente de la CEJ, Manuel Alfonso Torres, como viene siendo habitual desde su llegada a la CEJ y más recientemente a la CEA, presentó y representó a los empresarios del futuro, a la auténtica locomotora de esta tierra cargada de hipotecas. Torres fustigó los tradicionales cimientos de gran parte del empresariado jienense y andaluz, que tan mala prensa ha suscitado en los últimos tiempos, y recordó a las administraciones que solo quedan ellas por hacer los deberes, porque los empresarios y los ciudadanos hace ya algunos años que los hicieron en un ejercicio de responsabilidad, acompañados de los sindicatos. La prioridades están claras: generar empleo y activar la financiación. Pero para ello es imprescindible que quien legisla, quien gobierna y quien gestiona el dinero público, comience a ver lo que todos hace tiempo que vimos.