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Jaén

Otro ilustre jienense, al-Gazal

Entre los nombres de ilustres jienenses olvidados por la historia, como en su día sucedió con Andrés de Vandelvira y Hasday ibn Shaprut, destaca uno de los grandes poetas de la literatura arábigo-española, Yahya ibn al-Hakam al Bakri, conocido como al-Gazal

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Entre los personajes ilustres de la capital sepultados por la historia popular y solo rescatados por contados fogonazos academicistas, como ocurriera hace años con dos figuras imprescindibles hoy para Jaén, Andrés de Vandelvira y Hasday ibn Shaprut, se encuentra  Yahya ibn al-Hakam al Bakri, a quien se le conoció por el apodo de al-Gazal (la gacela) por su belleza física y elegancia. Según recoge el escritor ubetense afincado en Cádiz, Jesús Maeso de la Torre, en su libro ‘Al-Gazal, el viajero de los dos orientes’, el jienense nació en Jaén en el 772 y murió en el 864. Su larga vida (92 años) le permitió ser contemporáneo de varios de los emires de al-Ándalus, pues nació con Abderramán I, se crió con Hisham I, vivió todo el reinado de Al-Hakam I y Abderramán II  y murió cuando gobernaba Muhammad I.


Al-Gazal fue poeta, embajador y astrólogo formando parte de la corte de poetas y astrólogos de Abderramán II junto a otros muy conocidos de la época como Ibn Firnás.
Mucho antes, el que fuera Cronista Oficial de la Provincia de Jaén (1934-1969), Luis González López, trató de sacar del ostracismo al ilustre poeta y diplomático, con su discurso de ingreso en el Instituto de Estudios Giennenses, en cuya puesta en marcha participó, con el ‘El jaenero al-Gazal: Yahya ibn al-Hakam al Bakri. Empezaba González López su discurso así: “Siempre ha constituído una preocupación mía -digamos, con mayor exactitud, una obsesión esperanzada- estudiar la figura literaria y los contornos políticos de un personaje importantísimo, jurista, poeta y diplomático, nacido en Jaén, de quien poco dicen los historiadores de la literatura arábigo española”.


Al-Gazal fue elegido por Abderramán II para encabezar el primer intercambio de embajadores entre Córdoba y el Imperio de Bizancio. Parece ser que el emperador bizantino quería tener como aliado al emirato cordobés, especialmente por dos cuestiones. Por una parte le interesaba incentivar a los omeyas cordobeses contra sus enemigos abasíes que le presionaban en el mediterráneo. Por otra parte, el emperador bizantino estaba interesado en que el Emir le ayudara a recuperar la isla de Creta que unos años antes habían conquistado un numeroso grupo de cordobeses liderados por Abu Hafs al-Balluti (el bellotero, natural de la comarca cordobesa de los Pedroches).
Parece que su labor diplomática en Bizancio le sirvió al ilustre jienense para otros beneficios distintos a la política. Por un lado al-Gazal consiguió traer de Oriente semillas de una variante de higuera que se conoce como boñigar o higo doñegal. También parece que consiguió información sobre la industria de la seda bizantina para implantarla en al-Ándalus.



Otras de sus hazañas, si bien esta no está probada y podría tratarse de una historia atribuida a al-Gazal, es la de su viaje a tierras vikingas. Tras la derrota de los mayus en Sevilla, el representante del rey vikingo hizo una visita oficial Abderramán II.  Durante dicha reunión el emir aceptó con gusto la invitación formal a tierras vikingas, para sellar la paz entre ambos pueblos.
El emir decidió que la persona idónea para dicha empresa era el poeta al-Ghazal, quien ya había demostrado sus dotes diplomáticas en una misión anterior a tierras Bizantinas.

Exilio

A pesar de haber vivido casi siempre bajo la protección de los Emires Al-Hakam y, sobre todo de Abderramán II que consideraba en gran estima sus dotes poéticas y astrológicas, también tuvo en su biografía algunos episodios que le llevaron a la cárcel o al exilio. El propio Abderramán II tuvo que encarcelarlo por un oscuro asunto en el que al-Gazal, siendo el encargado de recaudar los impuestos, parece que intentó especular en tiempo de sequía con los bienes públicos que tenía en depósito.También sufrió el exilio a instancias del Emir por su enemistad con algunos de los miembros de la corte muy cercanos a Abderramán, como el eunuco Nasr o el poeta y músico Ziryab que el emir había traído de Bagdad para introducir en al-Ándalus costumbres y modales refinados propios de la alta sociedad bagdadí.


Su exilio en Bagdad le sirvió para conocer la poesía modernista que estaba de moda en la capital del Califato siendo el primer andalusí en escribir este tipo de poesía sobre temas báquicos y de los placeres mundanos.

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