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Policía y Guardia Civil ponen el dedo en la llaga

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  • Las protestas de ?bolis caídos? podrían complicar el normal desarrollo de la Operación Paso del Estrecho.
Los agentes de la Guardia Civil y de la Policía Nacional han escogido un momento muy adecuado para llevar a cabo sus protestas contra la bajada salarial a los funcionarios impulsada por el Gobierno central. La medida de presión elegida por funcionarios de uno y otro cuerpo contra estos recortes consiste en el denominado “trabajo a reglamento”.

Es decir, hacer lo mínimo y de forma minuciosa y lenta. Las identificaciones rutinarias han descendido de forma abrumadora (de 4.000 a 100 en algunos turnos), y los agentes sólo intervienen cuando son requeridos por llamadas ciudadanas. Esta postura coincide en el tiempo con el inicio de la Operación Paso del Estrecho, el mayor dispositivo de Protección Civil de Europa, que supone el paso de cientos de miles de ciudadanos magrebíes por los puertos de Algeciras y Tarifa durante el verano.

El dispositivo, que en el pasado fue objeto de colapsos y problemas, lleva años desarrollándose con absoluta normalidad, gracias al trabajo de coordinación ejemplar de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero ahora, los funcionarios se han plantado cuando se han visto salpicados por una medida unilateral del Gobierno para combatir la crisis, que representa un bocado en sus nóminas de fin de mes.

Los agentes no se lo han pensado dos veces, y han iniciado una protesta silenciosa, que puede acabar generando más de un grito en el puerto. El “trabajo a reglamento” aún no ha dejado efectos en la OPE. Pero esto acaba de empezar. Los mayores contingentes de magrebíes están por llegar, y los agentes policiales están plantados en su medida de presión hasta que el Gobierno no muestre un ápice de reflexión y diálogo. Nadie mueve un dedo, y sería lamentable que haya que esperar a que las calles de Algeciras y las inmediaciones del puerto comiencen a colapsarse para que se produzca un acercamiento entre las partes. Además, están desatendiendo las identificaciones en una operación en la que son muchos los indocumentados que tratan de cruzar el Estrecho. La polémica está servida. Sólo falta que nadie siga sin percatarse de los riesgos que puede conllevar.

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