La agresión con arma blanca que sufrió un ciudadano de nacionalidad rumana presuntamente por parte de un compatriota a plena luz del día en la calle Medina, a la altura del local de Cash Converter (dedicado a la venta de segunda mano) en una nueva pelea el viernes ha acabado con la paciencia de vecinos y comerciantes de esta céntrica vía. Llevan años reclamando un dispositivo policial fijo que disuada la presencia de extranjeros y personas que se concentran junto al citado negocio para intercambiar mercancía que en ocasiones es robada o para hacerse con el cliente que se dirige al mencionado establecimiento. Si en ese momento estas personas se percatan que lo que traen es un móvil, comenzará un tira y afloja por el que más de una vez han llegado a las manos. Pero, nunca hasta ahora, una reyerta fue tan grave como la del pasado viernes y los negocios están muy quemados y hartos de ver a diario a más de una decena de individuos mientras la Policía les dice que “ya han hecho todo lo que podían hacer”.
Alertan del daño irreparable que le están haciendo a esta calle comercial, que ya tiene bastante con capear la crisis, y temen por su integridad, ya que algunos ni siquiera se atreven a llamarles la atención. Más de una vez lo han hecho, aseguran, y ellos se han enfrentado. Además, a la vista está que algunos de ellos están armados. “¿Tiene que ocurrir una desgracia para que la Policía actúe?Esto ha sido la gota que ha colmado el vaso. Llevamos más de tres años luchando, llevándolo a diario a la Mesa de Seguridad -lo recordaron el mismo día del suceso- y nada, se preocupan más por poner un operativo para varios vecinos que no pueden dormir en Plaza Vargas que por esto. Así que nos tendremos que plantear para qué sigue la mesa de seguridad”, señala el presidente de Asunico, Manuel García, que traslada el malestar e indignación que hay en la zona entre sus asociados y los residentes tras los hechos del viernes. No están dispuestos a que las disputas por hacerse con un móvil o una tablet vuelvan a llegar a este extremo, y por lo pronto no descartan emprender medidas contundentes para reclamar más seguridad en la calle.
Tienen claro que es la Policía la que “tiene que frenar” el trapicheo que hay en la zona, que en los últimos meses ha ido a más precisamente por eso, por la ausencia de un operativo que les evite campar a sus anchas. “Cada vez vienen más y me da igual que sean rumanos o españoles...esto no puede seguir así, hay que cortarlo. Aquí se llegan a juntar 15 o 20 tíos y lo que hacen es que cuando pasa la Policía se van y luego aparecen otra vez, así el problema sigue”, manifiesta.
“Están destrozando la calle”
Al persistir esta situación en el tiempo, cada vez más hay ciudadanos que cruzan al otro lado de la acera para evitar que estas personas se dirijan a ellos, por temor a su reacción, y teniendo en cuenta que es una zona muy transitada donde también pasan familias.
Por su parte, las tiendas y los bares cada vez ven más claro que “destrozando” la calle y que no pueden seguir así ni un día más. Esperan una respuesta tajante por parte de las fuerzas de seguridad y ellos, en lo que les compete, tampoco piensan quedarse de brazos cruzados aguardando que se produzca una desgracia y la calle vuelva a mancharse de sangre.
Además, alertan que últimamente este movimiento se ha extendido por otras zonas, como calle Arcos o Corredera y que seguirá yendo a más como no se erradique de forma definitiva. Hace cuestión dos años la Policía colocó unos bolardos para evitar que los coches de estas personas estacionaran y vendieran allí mismo una mercancía de dudoso origen. No ha sido suficiente.