Una vez más y tras años sin haber vivido una tragedia en las aguas del Estrecho ayer de nuevo la actualidad ponía sobre la mesa un total de como mínimo 18 desaparecidos, -otras fuentes los elevan hasta 30- unas cifras que recuerdan desgraciadamente a los 37 fallecidos de la patera de Rota del año 2003. En esta ocasión, la tragedia además se ceba en los más débiles, niños y mujeres que cayeron en unas frías aguas mientras buscaban una vida mejor. Desde hacía años no se recordaba lo que durante los años 1998 a 2003 se convirtió en casi cotidiano, las pateras la llegada incesante de inmigrantes irregulares bien magrebíes o en los últimos años de origen subsahariano. En todo el año pasado hubo 15 muertes intentando cruzar el Estrecho según las asociaciones proderechos humanos que ante la magnitud de la tragedia ya han convocado una concentración para que sirva de aldabonazo social ante lo que está pasando.
En esta ocasión además la tragedia ha ocurrido en aguas jurisdiccionales del país vecino si bien de acuerdo con los tratados internacionales, las labores de rescate y salvamento son atribuidas a España. La patera había partido de Tánger, una ciudad que cuenta con numerosas vinculaciones con la provincia gracias a la amplia red de intercambio realizado y que además está vinculada estrechamente a Algeciras. De sus costas y en una fría noche partieron, algunos para no volver, los irregulares.
Desde la implantación del SIVE en toda la costa andaluza en el 2002 -Algeciras fue punta de lanza- el número de inmigrantes irregulares disminuyó y recientemente se destacó que la actual crisis económica disminuía también el fenómeno migratorio hacia las costas españolas. Desgraciadamente siempre hay intentos desesperados y personas dispuestas a embarcarse en condiciones lamentables -baste ver la imagen de la lancha en que embarcaron los 40 subsaharianos- para que siga este flujo hacia la orilla norte del Estrecho. Lo sucedido debe concienciar que no hay, por un lado, que bajar la guardia ante la inmigración irregular, y por otro que se necesita la colaboración también de Marruecos en esta lucha. Pero también hay que tener en cuenta las condiciones tan extremas de miseria y desesperación en los países del Africa subsahariana.