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El Hogar San Juan celebra su décimo aniversario con 32 nuevas personas

Sesenta internos conviven con el hermano Juan Carlos Durán en esta etapa de confinamiento

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El hermano Juan Carlos Durán, a la izquierda, está al frente de la institución

Una visita de la alcaldesa al Hogar San Juan

Visita al Hogar San Juan

Presentación de las actividades del Hogar San Juan

Con treinta y dos nuevas personas sin hogar, provenientes del albergue municipal, celebró el pasado día 14 su décimo aniversario el Hogar San Juan, aquel que arrancó cuando el sacerdote  Juan Carlos Durán, procedente de la orden de San Juan de Dios, se reunía con el obispo, José Mazuelos, al que proponía, a través del nacimientro de la Orden Hermanos de la Misericordia, volver a darle vida a las instalaciones que en la calle Domecq habían acogido a las Hermanitas de los Pobres, que acababan de abandonar Jerez por falta de vocaciones . Él, casi toda la vida ligado a tratar con los más desfavorecidos, desde el Hospital SanJuan Grande donde estuvo unos meses, tenía claro su objetivo que no era "abrir un albergue o un comedor social sino servir de familia de soporte en un proceso de reconstrucción personal” en el que intentar convertirse en el “apoyo” de las personas que  estén atravesando por un mal momento en sus vidas. Y es que “eso de que están en la calle porque quieren” es un juicio muy simplista para el sacerdote tal y como ha reiterado en muchas oportunidades.

Los comienzos no fueron fáciles porque las instalaciones de Domecq no tenían absolutamente de nada y el hermano Juan Carlos tuvo que ir buscando acá y acullá para informatizar, traer butacas, sillasy...buscar voluntarios que sumar a la labor de cada día de tener a una treintena de personas en régimen de alojamiento total, a los que se les busca una ideario de vida, más aquellos que, provenientes de la calle, pero que no quieren ajustarse a una metodología, llegan para ducharse o para tener ropas.

En ese marco lleva el hermano Juan Carlos haciendo un milagro diario que, si se quiere, se ha hecho mayor en esta etapa de vida excepcional en el que nos encontramos a causa de la pandemia y que ha hecho que el director de la Oorden exponga la realidad de este momento en una carta abierta a sus voluntarios y personas colaboradoras a las que ha indicado que "hemos seguido atendiendo a las personas que venían. Aunque no ha sido fácil, ha podido ser, y lo hemos hecho. Al mismo tiempo hemos insistido en la necesidad de una respuesta a las personas sin hogar que se habían quedado fuera mientras hacíamos este tiempo de autocuidado mediante el encierro en casa.Todo eso ha desembocado en un movimiento de tener a aquí en el hogar 32 personas provenientes del albergue municipal, con el fin de que puedan estar en unos espacios adecuados, que les permita la movilidad y reducir los conflictos por el roce del encerramiento. Si difícil es para una familia estar juntos, cuanto más personas tan dispares. Están contentos y se sienten queridos. Eso es lo importante.Esto ha permitido que otras tantas personas sin hogar fueran acogidas en el albergue de forma inmediata, cosa que nosotros no podemos hacer al no contar con los medios de seguridad que eso requiere para atender a cualquier hora lo que pueda venir. Ellos cuentan con la policía local y personal suficiente para ello.En definitiva, todos han salido ganando. Y nosotros también, puesto que pienso que esta es una buena manera de celebrar nuestro décimo aniversario: abrir la casa a más personas que necesitan respuesta. No lo habríamos organizado así, pero creo que debemos estar contentos de poder dar como iglesia, como diócesis, una respuesta así. El Ayuntamiento se ha comprometido a responder económicamente. De momento, la Diócesis ha entregado cinco mil euros para afrontar las necesidades. Algunos habéis pedido el número de cuenta para aportar dinero, y también ha llegado a otras personas. Yo se que cuento con vosotros en cualquier momento, especialmente si nos viésemos ahogados. Ahora mismo no insisto en este tema, pues la providencia irá haciendo lo suyo, no hay que agobiarse.Os aseguro que os echamos de menos, y sobre todo os esperamos. Ahora mismo yo estoy completamente entregado a atender lo inmediato de cada día, desde la ropa, las comidas, y todo lo que van demandando 60 personas viviendo juntas. Cuando vengáis, tendréis muchas ganas de trabajar, así que os estoy dejando el ropero y los almacenes desordenados para que podáis disfrutar……..Cuando pase todo esto, no os dejéis engañar pensando que “hemos vencido”, sino pensad que “Dios nos ha ayudado”. 


Y sobre este décimo anivesario ha puntualizado, también en una carta abierta que " hace diez años que celebramos aquélla primera eucaristía como Hogar San Juan, punto de partida de lo que hoy somos y queremos ser. No teníamos nada, sólo la llamada de Dios a confiar en él y aquel Sagrario en el que se quedó con nosotros como una presencia pobre y ardiente, como el primer necesitado recibido, detrás del que vinieron tantos como hemos encontrado en estos años.Un día tras otro, ha demostrado Dios su presencia y providencia. No sólo en lo material, sino en aquéllas situaciones de dificultad que hemos ido superando, problemas entre las personas que hemos ido afrontando con su ayuda. Unas veces hemos visto cambios, y otras no. Hemos sentido el dolor de intentar dar una vida nueva a alguien, y hemos sufrido el no, el fracaso de ese empeño. Pero al mismo tiempo, hemos aprendido que nuestro éxito no está en conseguir nada, sino en ofrecerlo todo para que pueda darse ese nacimiento a una vida nueva. Si no ha sido así, nos duele, y si no hemos acertado en la forma, más dolor aún ….. pero en cualquier caso, habernos dado yá es nuestra alegría. Somos unos privilegiados.Yo, el que más. Por eso, como aquél día, vengo hoy a renovar con vosotros, ante vosotros, mi entrega a Dios en ellos. Elegir esto, es elegir un privilegio a pesar de los pesares que no han de faltar, para que así sea misericordia y no utilización del necesitado para sentirme bien.No han sido diez años, sino cada día, día a día viviendo ese trozo de entrega que se llama “jornada”, con el deseo de que cuando llegue el final podamos decir: “gracias por llamarme a amarte en ellos, gracias por amarme así, para amarles a ellos, gracias por proveer así, para enriquecerlos a ellos".
 

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