Pocas derrotas han provocado últimamente una desolación tan honda entre el madridismo como el (0-4) frente al Barcelona, un partido que el Real Madrid afrontó deslumbrado aún por el rutilante éxito europeo frente al PSG. El Madrid, desde la llegada de Florentino Pérez a la presidencia hace unos 20 años, dirime sus partidos sobre el césped, pero también los juega en el complejo ámbito del marketing con importantes y decisivas derivadas mediáticas. En la remota época de los Galácticos se repetía desde los despachos publicitarios del club: “El Madrid es un equipo de dibujos animados”, en un inteligente y sibilino intento de ubicar al club en un universo de ficción/Disney que agotara las camisetas de las estanterías de las tiendas de la entidad (la etapa de los Galácticos se rompió definitivamente con el triunfo (0-3) de aquel Recreativo entrenado por Marcelino en el Bernabéu el 21 de diciembre de 2006, en el que quizás haya sido el mejor partido del Decano en su historia; esa noche jugó Ronaldo Nazario su último encuentro como madridista y David Beckham enfiló hacia la firma del finiquito).
Es el orgullo del Madrid, muy herido desde que Cristiano anunciara su marcha tras la final de la Champions de 2018, última ganada por los blancos, lo que se rompió tras la reciente goleada y la tremenda superioridad futbolística blaugrana. Porque el madridismo es consciente de que el equipo ha ofrecido síntomas preocupantes durante esta temporada. En partidos como contra el Sheriff (el entrenador de ese equipo se alistó voluntariamente en el Ejército ucraniano nada más iniciarse la invasión rusa), el encuentro de ida contra el PSG, o en varios partidos de Liga. Pero ha sido la magnitud de la derrota frente al Barcelona lo que ha abierto un flanco de desconfianza en el equipo.
El posible fichaje de Mbappé resultará importante, pero el Madrid deberá gestionar a corto plazo la decadencia de sus centrocampistas, sobre todo Modric y Kroos, desde una certeza: lo que llegue será peor. Porque Modric, Kroos y Casemiro han constituido durante años el mejor mediocampo del fútbol europeo. El madridismo, sí, está decepcionado y eso lo deberán gestionar a partir de este fin de semana los futbolistas ante una afición exigente. Jorge Valdano escribió recientemente acerca del público del Bernabéu: “Hay ocasiones en que el silencio es tan incómodo que los jugadores corren en defensa propia para no ser alcanzados por la indiferencia”. Los próximos partidos determinarán si el Real Madrid está o no en un laberinto.