A.E.W. Mason (1865-1948) es un escritor inglés escasamente conocido aquí, pero está considerado como uno de los pioneros de la novela policíaca, género en auge. Entre una serie televisiva y un libro hay que apostar decididamente por el libro. ‘El misterio de la Villa Rosa’, que acaba de editar Espuela de Plata, es una historia que divierte e intriga, escrita con un estilo hermoso, ágil. Un libro que alegra la vida del lector, cosa importante. A.E.W. Mason creó el personaje del inspector Hanaud, de la Sûreté de París. Un hombre intuitivo, organizado, ‘bont vivant’, de inteligencia rápida y sutil. Se han realizado múltiples comparaciones entre Hanaud y Sherlock Holmes. Pero la posterior influencia de Mason resulta también perceptible en Simenon y en su personaje del comisario Jules Maigret. Maigret tiene perfiles de Hanaud. Y no sólo físicos. Escribe Mason: “Hanaud estaba tomando el chocolate. Era recio y ancho de espaldas y tenía la cara grande y expresiva. Con su traje de mañana y tomando el desayuno parecía un actor famoso”. Maigret también era un policía recio y ancho de espaldas, aunque no parecía un actor, sino que tenía una “mirada bovina”. Maigret frecuentaba hoteles ruidosos y sin brillo y Hanaud se desenvuelve en un universo de lujo. Pero Maigret se introducía en el caso “como en unas zapatillas” y así actúa Hanaud, capaz de ver constantemente más allá, de impregnarse del asunto hasta dar en medio de la inmensidad de circunstancias equívocas con un pelo femenino de color rojo que lo ubica definitivamente sobre la pista del crimen.
Para los no adictos a la novela policíaca a este género sólo puede salvarlo el estilo. ‘El misterio…’, ya está dicho, tiene una escritura de trazo sólido, con unos personajes descritos en profundidad (algo poco frecuente en el género), y frases sobrias pero llamativas, bien construidas, y, en ocasiones, de maravillosa brillantez. La acaudalada Madame Dauvray aparece asesinada en su casa de verano en Aix (Francia). La señorita Harland, protegida de la víctima, una chica de belleza deslumbrante, surge como la principal sospechosa. Hanaud, que también está allí de descanso, acepta la investigación porque desde el principio intuye indicios del criminal. Y la novela discurre paso a paso en torno a la inteligencia de Hanaud y del estilo fabuloso del autor. “Un farolillo proyectaba un tono azul sobre el lago; detrás quedaba una silueta de espuma, y arriba, en un cielo azul oscuro, las estrellas tenían un brillo argentino”. A.E.W. Mason, decíamos.