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La escritura perpetua

Francisco Umbral

‘Capital del dolor’, recién reeditado por Planeta, es un libro estremecedor, lleno, sí, de dolor, escrito con una prosa estratoférica

Publicado: 14/10/2020 ·
11:25
· Actualizado: 14/10/2020 · 11:25
  • ‘Capital del dolor’.
Autor

Luis Eduardo Siles

Luis Eduardo Siles es periodista y escritor. Exdirector de informativos de Cadena Ser en Huelva y Odiel Información. Autor de 4 libros.

La escritura perpetua

Es un homenaje a la pasión por escribir. A través de temas culturales, cada artículo trata de formular una lectura de la vida y la política

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‘Capital del dolor’, de Francisco Umbral (1939-2007), recién reeditado por Planeta, es un libro estremecedor, lleno, sí, de dolor, escrito con una prosa estratosférica por quien ha sido llamado “el gran cronista de la Transición”, pero que en la colosal obra literaria que nos legó se reveló permanentemente como un sensacional memorialista. “La primavera ríe en el alma de la muñeca que se ha quedado sin madre, o sea una niña muerta, en el serrín de los títeres y los cadáveres olorientos de Tablares, en el corazón barroco de las putas vivas y en el plateresco de las iglesias muertas”. Los libros de Umbral son, y este lo es, la exuberancia de la palabra, el río bravo de la sintaxis, la sinfonía impredecible y barroca de la prosa, la hermosura poética que fluye fácil y atraviesa el alma del lector en una cuchillada dulce y culta, porque Umbral manejó el idioma como nadie, con asombrosa facilidad, desde su talento y las lecturas de joven autodidacta tísico, canalla y poeta. Pero Umbral nunca construyó una “prosa sonajero”, como alguien afirmó, sino que esa escritura sublime, ese torbellino de adjetivos inesperados, desembocan siempre en una idea.   

Incluso en ‘Capital del dolor’, el libro sobre la crueldad de la guerra y la violencia de la Falange en una capital de provincias (Valladolid), en esta novela, decíamos, hay un personaje, el ciego Mulero, que funciona como idea, al igual que en las obras teatrales de Buero Vallejo, en las que abundan los personajes que representan ideas, porque el ciego Mulero, con su miedo de adolescente y su no ver, se pone la camisa azul de la Falange, que le repugna, simplemente porque la visten ya la mayoría de los chicos que conoce. Mulero representa esa España ciega y con miedo que se deja llevar en defensa de su pan, su hembra (aquí una prostituta que le presenta Paulo, el protagonista), y por la fiesta de una paz imposible porque España es un país de un guerracivilismo congénito. Este libro coral, lleno de crimen, sangre, amor y amistad, es una metáfora con una escritura impresionante de la España de siempre, la de los ‘pacos’ en los tejados y los señoritos en los cafés, metáfora de esas Españas históricamente irreconciliables. Umbral lo explica desde la greguería –“el sudor es el punto y aparte de toda pasión”- o desde la descripción implacable: “Y se hacía un silencio de hule a cuadritos rojos y blancos”. Capital del dolor, sí. “España es una novela de bandoleros y curas, de meretrices buenas y señoritos navajones”. Inmenso siempre Umbral.

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