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La Pasión no acaba

La bofetá

El profesor Bonilla ocupó su asiento del plató de La Pasión con la seguridad de quien sabe que cuando habla el corazón caerán las palabras en saco sano...

Publicado: 03/02/2021 ·
22:35
· Actualizado: 03/02/2021 · 22:35
  • El profesor Bonilla. -
Autor

Víctor García-Rayo

El periodista Víctor García-Rayo es el presentador y director del programa La Pasión de 7TV Andalucía

La Pasión no acaba

Dedicado al alma de

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El profesor Bonilla ocupó su asiento del plató de La Pasión con la seguridad de quien sabe que cuando habla el corazón caerán las palabras en saco sano. Traía la cara de Malco, la mano abierta y la serenidad que da la razón cuando se tiene de veras. Las luces del recinto no eran las lámparas de un bar ni las bombillas de una tasca. Eran potentes haces estudiados para iluminar una escena. No había más barras que los laberínticos entramados metálicos que soportan los focos y los cables de la televisión. El serrín se había tornado en suelo limpio y no había más bebidas que el agua mineral bajo la mesa que a menudo salva la carraspera del presentador del programa.


Bonilla traías las canas y la sabiduría en la misma cabeza, una seguridad así de grande en su pecho y medio siglo de vida en su documento nacional de identidad, doblado en sus esquinas -cuatro zancos- por el paso del tiempo y por el tiempo de los pasos.


Sentado, con el Señor de la Misión en el subconsciente y la Virgen del Sol en la frente, José Manuel sacó de la cartera de la experiencia una suerte de decálogo del buen cofrade y levantó la mano buscando todas las mejillas de la ciudad. Empezó a sonar la palabra “¡zas!”en las entrañas del plató a medida que Bonilla avanzaba en un discurso sereno cimentado en la herencia de unos cofrades que le enseñaron a querer este mundo de las hermandades desde la cercanía del Evangelio, desde el amor sincero a la corporación sin más intención que la pureza entregada a su causa.


Descerrajó las puertas de las ojanas universales para sacarle brillo a los cofrades más limpios de intenciones, los que van a la Hermandad a trabajar, a servir, a querer, a crecer como hermanos y como creyentes. Y tiró cenizas del tabaco de la verdad sobre quienes aparecen a diario en la vida de las hermandades como si fueran un autoservicio de vanagloria, un supermercado de intereses, una carrera profesional que sirve como catapulta social. Escupió intelectualmente sobre los movimientos “políticos” llamados a envenenar las convivencias y acusó con acierto a las personas que te venden la revista de la fe y luego resulta que ni siquiera la han leído.


Lo que pasó la noche del martes en el plató de La Pasión es una invitación permanente a la reflexión. ¿Qué hacemos por nuestra Hermandad? Nosotros por ella, ¿qué hacemos? Bonilla habló sin tapujos y puso las cosas en orden. Primero, siempre el colectivo. Y el “yo”en último lugar. Ese es el orden.


Toda una “bofetá”, bien dada, en toda la cara de quienes te venden una cosa en la barra del bar para luego -si hace falta- apuñalar las entrañas de una Hermandad que dicen querer. ¡Zas!

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