Tras un verano movido con una quinta ola que parece que gracias a la vacunación masiva no terminó de despegar volvemos a nuestras rutinas. Para mi el verano ha servido de desconexión, de pausa, de poder respirar y tomar perspectiva que los problemas que tenemos en la ciudad no son tan importantes. Tras contraer el virus, justo antes de que empezaran mis vacaciones, creo que este periodo de reflexión era necesario para recargar las pilas y volver con la fuerza de quien afronta una aventura desde cero. Honestamente, eso creo que es lo que tenemos por delante, un periodo en el que se va a haber muchas puertas para quienes quieran abrirlas.
También cabe reflexionar sobre los eventos que vamos a tener esta temporada, ¿podremos acudir a una feria de Sevilla parecida a la que estábamos acostumbrados? ¿Las hermandades podrán volver a realizar su estación de penitencia con normalidad?
Hoy en día, pocos se atreven a afirmar rotundamente estas dos preguntas. Pero si no es así, y llegamos con todos los objetivos de vacunación conseguidos, ¿cuándo será esto posible? Porque sí como estamos viendo la vacuna tampoco ha sido la solución milagrosa al problema, que muchos entre los que me incluyo, creíamos que iba a serlo, no queda en el horizonte otra solución que aprender a vivir con el virus y con las bajas que causa o, por el contrario, cambiar nuestros hábitos ya permanentemente. La verdad es que sería poco halagüeño pensar que nunca más volveremos a vivir un concierto saltando con tu grupo de música favorito, o que no vas a guardar pacientemente tu esquina favorita por donde pasa tu hermandad, o que no vas a poder volver a bailar una sevillana en tu caseta.
Por eso creo que en esta vida el optimismo lleva a lujares mejores que el pesimismo. Esto empieza a ser una carrera de fondo, en el que virus ya ha hecho su desgaste, y que nosotros tenemos que afrontar con la perspectiva de que no muy tarde nuestra vida entrará, parece que ya esta vez sí y de manera definitiva, en lo que los políticos se apresuraron a nombrar como la ‘nueva normalidad’. Unos políticos que no ayudaron mucho con su indecisión hasta encontrar un semáforo adecuado a la situación, pero que parece ya si han encauzado la toma de decisiones. Con todo ello, feliz vuelta a casa.
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