Hoy se cumplen 204 días desde la toma de posesión del equipo de Gobierno. En total, más de seis meses y medio. La alcaldesa Mamen Sánchez dijo esta semana que prefería entrar en el nuevo año antes de hacer balance de 2015. Le parecía precipitado. Necesitaba más perspectiva. Sin embargo, sí hizo balance de los primeros cien días de gestión antes de cumplirse los 90.
Sin duda, seguimos ante un gobierno impredecible, y al que, por el hecho de seguir en minoría y actuar como primerizo, se le perdona poco y se le respeta poco, como se ha comprobado nuevamente con los recortes navideños, pero también habrá que reconocerle el mérito de haber sobrevivido y, más aún, haber espantado los fantasmas del caos en que iba a estar sumida la ciudad por estas fechas, según los vaticinios más interesados; porque, finalmente, ni ha habido impago de nóminas en la plantilla municipal, ni la ciudad tiene visos de verse envuelta en una huelga de basuras.
Puede que en ambos casos lo hayan logrado anteponiendo el pragmatismo al programa; es decir, a base de realismo -nada como un ICO o mantener las tasas-, pero ya se sabe que entre opositar y sentar cátedra dista más que nada la experiencia.
Es cierto que el principal culpable de la falta de consolidación del gobierno local es el propio ejecutivo, obsesionado a veces con dispararse en el pie, por lo que no sé si su primer deseo, propósito o conjura para el nuevo año pasa por que terminen de creerse el papel que les corresponde, que no es el de becarios en prácticas, sino el de gestores de la cosa pública, pero habrán de tenerlo presente, mucho más que su afán de sinceridad. ¿Se imaginan ustedes a García-Pelayo hace cuatro años reconociendo que para el siguiente ejercicio lo iba a hacer mejor porque ya iba con la lección aprendida o pidiéndole ideas a la plantilla o a los ciudadanos para ver qué hacer con la ciudad? ¿De verdad necesita el PSOE situarse a la altura de otras fuerzas “efervescentes”, como las llama Irene García, o alcaldes “emergentes” como Kichi, para justificar determinadas lagunas en la gestión? A Pelayo habrá que imaginársela porque no lo hizo, y al PSOE si no le falta algo es un manual de instrucciones, por lo que debería darle más uso que para realizar concesiones ante sus aliados, Ganemos e IU.
En todo caso, no deja de llamar la atención que, pese a tales defectos de forma, pese a determinados complejos derivados de su propia situación en minoría, como queda de manifiesto en muchos de los actos de la agenda pública o en determinados acuerdos plenarios, y pese al condicionante electoral, que a buen seguro ha influido, y puede seguir haciéndolo, en los discursos y las prioridades de este primer ejercicio, el gobierno local ha hecho el tránsito de año con mejor bagaje político -y, como apuntaba al principio, con menos fantasmas- de lo esperado, desde el momento en que, por ejemplo, ha fijado las bases para la readmisión de un buen número de los afectados por el ERE, han hecho posible su compromiso con la transparencia a través de un portal web específico y han superado el match ball con el Consorcio de Bomberos.
Es cierto, seguimos sin saber cómo pretenden encajar las piezas del plan de ajuste para devolver nuevos préstamos, incrementar el capítulo de gastos en varios millones de euros o hacer frente a las eventualidades del nuevo convenio de Urbaser -si para el 15 de febrero siguen sin presupuesto para 2016, a ver cómo convencen a la plantilla para que no retome la idea de la huelga-; tampoco, el uso que la ciudadanía le va a dar al portal de transparencia -una palabra que terminará perdiendo su sentido político de tanto usarla-; ni si llegará el momento, como han hecho todos sus predecesores, en que faltarán al pago trimestral de la deuda con el Consorcio, pero no hay que olvidar que se trata de compromisos electorales, y el hecho de haberlos materializado en tan poco tiempo se ha convertido en una declaración de intenciones que va en favor de su propio crédito personal.
Tras 204 días de gobierno, todo apunta a que este ejecutivo no dejará de ser ajeno a las críticas, porque sigue generando muchas dudas y desconcierto, pero lo que más juega en su favor es que haya quien insista en subvalorarlo.