La Fiscalía de Málaga y la defensa del hombre juzgado esta semana por un jurado popular por estrangular a su compañera sentimental, que estaba enferma de esclerosis múltiple, han coincidido en solicitar que se le imponga al acusado una pena de 10 años de prisión por un delito de homicidio, modificando así ambas partes sus conclusiones iniciales. La Abogacía del Estado se ha adherido.
Los hechos sucedieron en la madrugada del 30 de septiembre al 1 de octubre de 2011 en Marbella (Málaga). Inicialmente, la fiscal le acusó por un delito de asesinato, solicitando 19 años de prisión, aunque en sus conclusiones definitivas ha calificado los hechos de homicidio, pidiendo que se le impongan 10 años de cárcel. Esta misma pena ha pedido la defensa, quien al inicio entendía que no había delito.
Según sostiene la acusación pública, el hombre, de 63 años, vivía con la víctima, que estaba enferma de esclerosis múltiple, lo que le impedía la movilidad, y, "con la intención de atentar contra su vida", procedió "a asfixiarla comprimiendo su cuello provocándole finalmente la muerte", afirmación que ha admitido en sus conclusiones finales la defensa del hombre, quien había cuidado a la mujer durante 19 años.
Asimismo, a la agravante de parentesco, ambas partes han añadido la atenuante de confesión, ya que, según ha apuntado la fiscal, días después de los hechos, agentes de la Policía Nacional fueron a la casa para esclarecer los hechos en compañía del acusado, quien, posteriormente, los acompañó a la Comisaría, donde relató lo ocurrido "antes de que se iniciara el procedimiento contra él".
PERICIALES
En la sesión de este miércoles del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia de Málaga han comparecido varios médicos forenses y psicólogos que realizaron, por un lado, la autopsia a la víctima, y por otro, un estudio al acusado para determinar si tenía su capacidad de entender, querer y hacer intacta en el momento en el que sucedieron los hechos.
Así, los peritos que han declarado sobre el examen al cuerpo de la mujer han concluido que, aunque externamente no se podía determinar la existencia de signos de violencia, por el avanzado estado de descomposición, se hicieron análisis histopatológicos que dieron como resultado que la fractura de un cartílago del cuello había sido en vida y, por tanto, la mujer había sido estrangulada.
En este sentido, han explicado que era necesaria una presión mantenida, puntual y en dos lados del cuello para romper el cartílago y causar la muerte, apuntando que esa fractura no es compatible con técnicas de reanimación torácica o con el boca a boca, prácticas que según el acusado había realizado a la mujer. Además, han señalado que la enfermedad no influyó en la debilidad de esa parte del cuerpo.
Por otro lado, los médicos que examinaron al acusado han coincidido en que días después de los hechos no padecía alteración psicopatológica, más allá de un cuadro depresivo. Además, han añadido que las pastilla que ingirió no conllevan la pérdida de conciencia de lo que hacía y no tienen por qué suponer una disminución de sus capacidades, salvo que ralentiza la acción. De hecho, provocan sueño.
Así, los tres peritos han señalado que tenía una amnesia selectiva, no recordando lo ocurrido; y han insistido en que cuando lo examinaron unos días más tarde de los hechos, el acusado conservaba sus capacidades de entender y comprender, lo que también ha aseverado la psicóloga que realizó otro estudio, quien ha apuntado que no se detectaron las alteraciones mentales que él sí comentó.
Al respecto, esta especialista ha indicado que el procesado, que fue muy colaborador en todo momento, intentaba simular una sintomatología psicopática y ha explicado que presentaba síntomas de depresión, pero ésta "no merma su capacidad de conocer o entender las cosas. Tampoco se ha detectado un trastorno de personalidad y se sentía culpable por algo que dice no recordar.
Para la psicóloga, el hombre tenía un rol de cuidador, "lo que implica un desgaste físico y psíquico importante", a lo que se unía su propia debilidad y la falta de apoyo del entorno. "Eso afecta al comportamiento, pero otra cosa es que afecte al raciocinio, pero no encontramos un trastorno que altere el juicio de la realidad", ha concluido.