A lo largo de mi historia carnavalera he tenido la suerte de conocer a decenas de autores que marcaron, y muchos de ellos siguen marcando, etapas doradas y “verdaderas”, siendo fieles reflejos del sentir primario de esta fiesta. Observar desde la comodidad de las trincheras te da esa visión particular de agudizar los sentidos y vislumbrar nuevos brotes que emergen de entre las sombras.
“Despunta su verbo como aurora enardecida, y entre las sombras que acechan su génesis, se alza su lira, fragante de eternos temblores”.
Recuerdo aquellos primeros compases sobre el escenario, con nervios de principiante, y al autor carnavalero Antonio Cabezas, al otro lado del mundo, narrarme casi al instante aquellas primeras impresiones: “Ha nacido un poeta”. Aquel periodo de adaptación era necesario, nunca justo, pero, imprime carácter, como diría el maestro. Y mis Pérez, todos ellos, esperábamos el pase, la calle, el siguiente año, “o lo que surja”, buscando entre las nuevas letras esa deseada conexión de sus cualidades y capacidades con esta nueva faceta, tan libre y osada, tan directa e impertinente, que atrajera las musas y rompiera esas ataduras y lo liberase del corsé de su propio micro.
Y tras ese bagaje, ese salto de su palco asiduo y protector, se lanzó sin paracaídas, inmortalizando su palabra en el templo de las artes más sublimes y valientes, narrando a “pecho abierto” el sentir de lo inasible: “Qué mundo más controvertido, pasar de narrar con palabras, a ser la propia palabra, que narra en otro contexto con versos prohibidos”. Pero el arte siempre fluye y consigue conectar: se busca, se anhela y va filtrando y fintando hasta lograr su destino, aún en proceso de evolución.
Hoy Rafael Adamuz, el de Canal Sur, el de la radio, está a punto de partir en este nuevo rumbo. En otra orilla, “más activa que nunca”,
subirá a las tablas del Teatro Falla, donde “sonarán” sus primeras letras, defendiendo la libertad, la opinión, la crítica y la historia, poniendo voz a quienes no suelen ser oídos, abriendo un espacio para aquellos que necesitan un sitio, un momento para sentirse escuchados, respetados.
Su canal será el Coro de Huelva, elegante y majestuoso, sin pretensiones, pero seguro, y grandioso hasta en la adversidad.
Hoy mi admiración está con un autor carnavalero, un poeta social y sobre todo,
un amigo que vive uno de los momentos más ilusionantes de su vida carnavalera. Mucha suerte.