A menos de dos días de la llegada del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, todavía se desconoce la agenda definitiva de una visita que ha estado plagada de cambios de última hora, varios de los cuales no han sido bien recibidos en Israel.
Si en un primer momento Washington generó satisfacción anunciando que Trump daría un discurso en Masada (antigua fortificación en el desierto de Judea, símbolo para muchos del heroísmo judío), luego se echó para atrás, según los medios por la imposibilidad de aterrizar allí en helicóptero y alegando que haría demasiado calor.
Ahora el discurso será en el Museo de Israel, un gran cambio de escenario, y los periodistas lo verán proyectado en una pantalla.
También los planes para acudir al Muro de las Lamentaciones -en territorio palestino ocupado y que ningún otro presidente de EEUU ha visitado antes durante su mandato- fueron en un principio bien recibidos por los israelíes, para después recibir un jarro de agua fría al rechazar Washington ir acompañado de representantes israelíes, por considerar que ese "no es su territorio".
Asimismo, las esperanzas de los sectores derechistas de que Trump anunciase el traslado de la embajada de Tel Aviv a Jerusalén se esfumaron con la negativa estadounidense y con la difusión de un vídeo promocional del viaje, que ha levantado ampollas por mostrar un mapa de Israel en sus fronteras anteriores a 1967, es decir, las que oficialmente reconoce la comunidad internacional y que dejan fuera el Golán sirio, Cisjordania y Gaza.
No ha sentado bien, tampoco, el hecho de que la Administración estadounidense destine solo quince minutos de Trump para visitar el Museo del Holocausto (Yad Vashem), un lugar con especial significado para los israelíes y por el que presidente estadounidense pasará y sin apenas detenerse.
"Quince minutos en el Yad Vashem es un insulto para muchos israelíes. Una falta de comprensión", explicó a Efe el profesor Eytan Gilboa, experto en relaciones Israel-EEUU de la Universidad de Bar Ilán
Considera que en este viaje, el primero de Trump fuera de EEUU, "la Casa Blanca está totalmente desorganizada. Cambia frecuentemente la agenda y, a solo unos días, hay mucha confusión sobre lo que va a ocurrir, lo que va a decir y qué formato tendrá la visita. Hay todo tipo de malentendidos y confusión".
Gilboa cree que el viaje "es un reflejo del total desorden de la propia Casa Blanca" y recuerda que en Israel "ha habido diez visitas de presidentes norteamericanos y cada minuto fue planificado e implementado, mientras que en esta ocasión todo es un lío".
"Caos a montones" resumió un funcionario israelí involucrado en la visita al diario Yediot Aharonot, mientras otro lamentaba que los estadounidenses que preparan la llegada "no tienen autoridad para tomar decisiones" y el Jerusalem Post titulaba un artículo: "Trump llega a Israel acompañado del caos".
La prensa que cubrirá el evento recibió la agenda a solo tres días de la llegada y se trata aún de un texto provisional.
"Solo hay una palabra para esto: Balagán (caos en hebreo)", aseguraba en una columna de opinión el periodista del Canal Diez de televisión Nadav Eyal.
Los representantes de EEUU, afirma, "solían comportarse siempre como una súper-potencia, estaban totalmente preparados semanas antes y bien informados. Siempre observaban desdeñosamente cómo improvisaban los israelíes. Esta vez los papeles se han cambiado: los israelíes están asombrados de la conducta de los estadounidenses".
Fuentes del equipo norteamericano preguntadas por el Yediot aseguraron que "la mayor parte de la gente que está preparando la visita son nuevos, porque es una nueva administración, y también es la primera visita al extranjero del presidente".
"Por esto, hay algunos problemas y dificultades, pero es algo que ocurre con cada nueva administración. Las informaciones sobre el caos son exageradas. Es natural que haya unos pocos cambios hasta el último minuto", añadió el funcionario norteamericano, no identificado.
La visita llega en plena controversia por el hecho de que Trump desvelase a Rusia información proporcionada por Israel a Estados Unidos, pese al apoyo de Moscú en Siria al régimen de Bachar Al Asad, al igual que Irán, pero las autoridades israelíes han echado tierra sobre el asunto y reiterado que la relación con Washington es excelente.
Se espera que Trump intente dar un impulso a la paz en la región y trate de conseguir que israelíes y palestinos accedan a sentarse de nuevo a negociar o, al menos, que hagan gestos de buena voluntad hacia el otro que puedan acercar ese momento.