Aunque cada vez que cae un comando o un dirigente de ETA hay que tener mucha cautela, ya que generalmente el que acaba ocupando ese puesto suele ser más radical y duro y suele querer afirmarse en el cargo con un atentado sangriento, lo cierto es que la detención del jefe de los comandos de ETA desde el año 2006, del aparato militar y responsable directo no sólo de varios atentados, sino de la colocación de la bomba en la T-4 que puso fin a la tregua, Mikel Garikoitz Aspiazu, alias 'Txeroki', representa una de las acciones policiales más contundentes contra la estructura etarra de los últimos años, así como un paso más para volver a evidenciar que la banda terrorista está cada vez más acorralada no ya en el sur de Francia, sino en todo el país vecino y que se va debilitando sistemáticamente paso a paso.
Obviamente, la capacidad de matar de estos terroristas siempre está operativa y cabe imaginar que la respuesta de la banda pueda ser un nuevo atentado, pero ninguna muerte --por trágica que vaya a ser-- va a poder ocultar la fragilidad de unos asesinos que ya dedican, como se ha comprobado con el propio 'Txeroki' , más tiempo a esconderse y a intentar eludir a la Policía que a preparar atentados. Por eso, se debe mostrar la satisfacción que esta gran noticia representa, aunque también hay que saber administrarla y no dejarse llevar por el optimismo y la euforia, ya que la lucha contra ETA todavía va a ser muy larga y muy dura y por el camino cabe imaginar que habrá más víctimas inocentes de las que cabría esperar.
Sin embargo, también es justo reconocer que se está actuando, de forma conjunta con las fuerzas de seguridad francesas, de manera clara, contundente y acertada y que se está consiguiendo lo que mucha gente pensaba que no se podría lograr: desarticular toda la estructura de los terroristas con la ley y el derecho en la mano, con actuaciones policiales concretas, no sólo contra los propios asesinos sino también contra el entramado juvenil de la kale borroka y arrinconando de forma paralela a las organizaciones que les apoyaban desde un punto de vista político. Un triple frente del que sólo cabe felicitar a los gobiernos español y francés y a sus mandos policiales.