El centrista Fianna Fáil (FF) de Micheál Martin, líder de la oposición, ha ganado las elecciones generales celebradas el sábado en Irlanda, al obtener 38 de los 160 escaños en juego, uno más que el izquierdista Sinn Féin, el antiguo brazo político del ya inactivo IRA.
Después de dos días de recuento, el resultado final confirmó este martes que el partido republicano dirigido por Mary Lou McDonald ha acabado con el bipartidismo en este país, en el que los centristas se han repartido el poder durante más de 80 años con el Fine Gael (FG) del primer ministro, el democristiano Leo Varadkar, que logró 35 escaños.
Martin y Varadkar han sido derrotados sorprendentemente por McDonald, quien ha iniciado ya contactos con otras formaciones minoritarias, como los verdes o laboristas, y con diputados independientes e izquierdistas para tratar del formar un Gobierno progresista, ya que ningún partido ha llegado a la mayoría absoluta.
A pesar de que los centristas tienen un escaño más, el Sinn Féin ha sido el partido más votado en los comicios, al obtener el 24,5 % de los sufragios de primera preferencia, frente al 22,2 % del FF, el 20,9 % del FG, el 7,1 % del Partido Verde y el 4,4 % del Laborista.
Los dos grandes partidos confiaban en que el complejo sistema electoral, que permite la transferencia de votos entre aspirantes -procedentes de segundas y posteriores opciones expresadas en la papeleta-, les iba a proporcionar en los siguientes recuentos más escaños que al Sinn Féin.
Así ha sido en anteriores comicios, ya que, tradicionalmente, los republicanos eran menos atractivos para una gran parte del electorado por su relación con el pasado conflicto norirlandés, si bien McDonald, que sustituyó en 2018 al histórico Gerry Adams, representa a una nueva generación sin vínculos con la lucha armada.
La realidad es que el trasvase de votos del Sinn Féin se fue a otras formaciones de izquierdas y ni siquiera sus estrategas se esperaban este espectacular resultado y, por ello, presentaron menos candidatos que sus dos grandes rivales en las 39 circunscripciones.
En caso contrario, reconocen el FG y el FF, los republicanos hubiesen ganado las elecciones con un margen más amplio y, en consecuencia, parecen dispuestos a cederles la iniciativa para que exploren opciones de Gobierno con el bloque de la izquierda.
"Quién sabe, quizá sea la próxima 'taoiseach' (primer ministro en gaélico)", fue la respuesta que dio este lunes McDonald cuando fue preguntada en la calle por sus opciones para liderar el próximo Ejecutivo.
La líder nacionalista, dublinesa de 50 años, ha sido la gran protagonista de unos comicios que han transformado el tablero político irlandés, atacando los puntos flacos de la boyante economía nacional, que registra la tasa de crecimiento más alta de Europa y el pleno empleo.
En ese sentido, ha sabido transformar en votos el descontento de una gran parte de la ciudadanía, entre ellos los más jóvenes, con la crisis de la vivienda, el encarecimiento del alquiler o el deterioro de la sanidad pública.
"Esta campaña ha girado en torno al cambio. La gente ha votado a Sinn Féin para que esté en el Gobierno, para que marque la diferencia, para ponernos a prueba, para cumplir con las promesas", explicó McDonald en una entrevista con la cadena pública RTE.
Insistió en que quiere un Gobierno progresista y, aunque no descarta una coalición con democristianos o centristas, ha dicho que preferiría gobernar sin el apoyo de FG o FF.
Por su parte, Varadkar y Martin siguen insistiendo, aunque cada vez con la boca más pequeña y con ambigüedades, en que no pactarán con los republicanos por su pasado violento y sus políticas económicas, que tachan de populistas y radicales.
El ministro de Finanzas y director de campaña del FG en estas elecciones, Paschal Donohoe, afirmó que, "probablemente", su partido "mantendrá algún tipo de contacto con el Sinn Féin" cuando se conozcan los resultados, pero repitió el mensaje de su líder sobre el rechazo a formar gobierno con McDonald.
Los democristianos creen que podría atraer a varios independientes y partidos minoritarios, pero incluso esa opción podría no ser viable si no se dan los números necesarios, por lo que Varadkar no ha descartado formar una gran coalición con su rival histórico, el Fianna Fáil.
Los democristianos ya permitieron al FG gobernar en minoría durante la pasada legislatura con un acuerdo con el que apoyaron los presupuestos generales y se abstuvieron en votaciones parlamentarias clave, como mociones de censura.
No obstante, ese acomodo les ha costado votos en estas elecciones, pues la ciudadanía considera que existe "compadreo" entre los hasta ahora grandes partidos irlandeses para seguir repartiéndose el poder.
Lo que es seguro es que, tras el anuncio de los resultados finales, arranca ahora un largo periodo de negociaciones que podría encallarse ante la falta de opciones viables, lo que forzaría unas nuevas elecciones.