Nadie podía imaginar en Mayo de 1996 que el Plan General de Ordenación Urbana –PGOU- que entonces se aprobaba superaría los 25 años de vigencia. En aquel año la población de la ciudad era de 104.776 habitantes y marchaba sobre una fuerte curva de crecimiento, así continuó, aunque más ralentizado, hasta el máximo de 2011 con 116.781 habitantes. Sin embargo la curva se invirtió y 2018 cerró con 113.457 habitantes, y en descenso.
El PGOU 1996 direccionó la ciudad hacia el norte, satisfaciendo la demanda ligada al crecimiento de la población y a las nuevas necesidades de familias con menos componentes. También hubo crecimiento ligado a la especulación y un fuerte desplazamiento desde el centro hacia las nuevas zonas. Estando ahí parte del origen del abandono actual del centro histórico, además de la falta de políticas de rehabilitación, las carencias dotacionales y la nefasta movilidad urbana. Tampoco abordó las viviendas fuera de ordenación, acrecentado el problema con la dejación de corporaciones posteriores, por su permisividad total, nadie se privaba de construir, incluso concejales de los equipo de gobierno.
Los sucesivos y frustrados intentos de formalizar un nuevo Planeamiento, ya con el decrecimiento poblacional, ahondaron en el problema, de un crecimiento sin justificación, y gracias a que la normativa urbanística de la Junta de Andalucía puso coto, limitó el aumento máximo autorizado al 40% en suelo y un 30% en población, y aun así tenían problemas para cuadrar las generosas pretensiones.
El actual equipo de Gobierno, podrá gestionar el urbanismo mientras tanto, con modificaciones puntuales sobre el PGOU 1996, pero a la vez deberá redactar un nuevo documento que nos lleve hacia la ciudad que queremos. Un PGOU de consenso con el movimiento asociativo, colegios profesionales y fuerzas políticas y todo antes de acabar el mandato. No se puede repetir lo ocurrido con los equipos del PP, el modelo Fernandez de Moya, de espaldas a la ciudad y a sus vecinos, nunca más.
Muchos cambios hubo desde 1996, nuevos hábitos, la movilidad peatonal y eléctrica, el resurgir del modelo de ciudad compacta, la sostenibilidad medioambiental, potenciar el patrimonio histórico, gestionar el decrecimiento. Deberían ser las premisas para el nuevo Plan. Que abordará la respuesta a la Estación Intermodal, la movilidad sostenible, las infraestructuras precisas como las rondas, la revitalización del centro, el reto del comercio local, los emprendedores... En fin conseguir un lugar donde seamos felices, que nuestros hijos tengan futuro y nos sintamos orgullosos de pertenecer a esta bella ciudad.
Es la oportunidad de planificar el modelo de ciudad que todos queremos, esta ciudad podrá cambiar de corporación, pero el nuevo Plan quedará, defendiendo los valores consensuados y salvando la ciudad de posibles depredadores de suelo. Pasemos a la historia con el nuevo PGOU.
