“Confieso que, además de ilusión, siento curiosidad” por ver cómo resulta todo, le dice a Efe Sampedro, cuya novela, la primera de este escritor y economista que subirá a los escenarios, no ha dejado de producirle “innumerables satisfacciones” desde que se publicó en 1985. Se sigue reeditando y está traducida "incluso al chino mandarín".
Sampedro, que el 1 de febrero cumple 92 años, tiene un sinfín de lectores como novelista, pero el teatro es otro de sus géneros preferidos. Escribió algunas obras en su juventud y ganó incluso el Premio Nacional Calderón de la Barca con La paloma de cartón.
“Uno de los motivos por los que me decanté por la novela es por no ser noctámbulo.
Puedo escribir mis novelas de madrugada, enviárselas a mi agente literaria y despreocuparme, pero la dramaturgia tiene otras exigencias”, comenta el escritor, que pasa el invierno en su casa de la Costa del Sol.
De ahí que la adaptación al teatro de La sonrisa etrusca, cuya fecha de estreno y reparto están aún por decidir, le suponga “volver en cierto modo a los escenarios”.
Hace años, le pidieron los derechos de este libro para llevarlo al cine.
“Lamentablemente, pese a que el contrato se renueva periódicamente, pasa el tiempo y la película sigue sin realizarse”, comenta Sampedro, cuya novela El río que nos lleva llegó a la gran pantalla en el 88, dirigida por Antonio del Real.
La iniciativa de convertir en obra de teatro La sonrisa etrusca partió del actor Nacho Castro, de 32 años, que quedó subyugado por el potencial dramático que late en la novela y por la historia de ese viejo campesino calabrés que viaja a Milán a casa de sus hijos, para someterse a exámenes médico, y allí descubre a su nieto y también el amor de una mujer.
En declaraciones a Efe, el actor señala que, tras leer La sonrisa etrusca, se lió “la manta a la cabeza” y se puso en contacto con Carmen Balcells, la agente literaria de Sampedro, para conseguir los derechos.
“Hace tres años que me embarqué en esta aventura”, afirma Castro, especialmente satisfecho de contar con Heras, “interesado en este proyecto desde el principio”.
Para Juan Pablo Heras, Premio Arte Joven 2002 con El hombre probable, lograr una versión teatral “convincente” de La sonrisa etrusca es “un auténtico reto dramatúrgico”, y no porque falten en ella “rastros de drama (...)”.