El alcalde San Fernando, José Loaiza,anunció esta semana la presentación al Consejo Local de Hermandades y Cofradías de un anteproyecto para la construcción de un museo cofrade y además no dejó lugar a malas interpretaciones ni a electoralismo, al menos no con vistas a lo que se avecina ya que se trata de dar cumplimiento a una promesa electoral de las pasadas elecciones.
Por ahí todo bien, de la misma forma que lo ha hecho bien dejando en manos de las cofradías la respuesta, precisamente la respuesta que se ha convertido en piedra de toque de los últimos proyectos de los últimos años. E incluso de los últimos lustros. Quién se ha hace cargo de la gestión porque el Ayuntamiento sólo está dispuesto a poner el equipamiento.
En manos del Consejo de Hermandades está que el anteproyecto -la voluntad política, de ahí no se pasa por ahora- se convierta en proyecto y el proyecto en obras, aunque de todos modos se trata de un edificio protegido que hay que restaurar y la inversión municipal deberá librarse aunque no sea para un museo cofrade sino para otros usos distintos.
Ahí es donde el Ayuntamiento tiene que poner los pies en el suelo y actuar como no se ha actuado hasta ahora, con las consecuencias por todos conocidas: locales millonarios que no sirven ni para un quiosco y que se deterioran por la falta de uso.
Por si no lo ha tenido en cuenta, en el caso de que el Consejo de Hermandades decida no aceptar el ofrecimiento, en estos casos y por gente seria suele hacerse un estudio de mercado si se pretende que el uso final no sea estrictamente municipal. De esa forma se asegura, no la viabilidad, que a veces también hay que acertar, sino al menos hacer las cosas bien. Y si se hace como servicio municipal, no le van a faltar los usos. Seguro.