“Calma es un estado que se hace imprescindible para que surja la creatividad, para la búsqueda espiritual, y que, a decir verdad, se convierte casi en una utopía si la buscamos en la vorágine contemporánea. Por eso es ahora el momento de grabar este primer trabajo discográfico, porque siento que tras la intensidad emocional que he experimentado en estos últimos años, cuento ahora con la tranquilidad y la madurez para hacerlo, y sobre todo tengo la necesidad de exponer mi música, de contar todo aquello que he vivido a lo largo de estas dos décadas de dedicación a la guitarra.
'Calma' se trata de un disco de músicas, y lo digo en plural porque, con el flamenco como raíz fundamental, está influenciado por cantidad de estilos musicales que he ido descubriendo a lo largo del camino y que, sin darme cuenta, he ido filtrando y han pasado a formar parte de mi propia personalidad e identidad corno guitarrista”.
Son palabras de Jesús Guerrero que a lo largo de esta entrevista -o de lo que se ha transcrito de esta entrevista, que es parte de esos treinta y cinco minutos que grabamos para los medios audiovisuales de Publicaciones del Sur SA,
andaluciainfomacion.es y Ondaluz- detalla para comprender por qué este momento y qué es lo que reivindica.
¿Por qué ahora?
—Es un paso dentro de mi carrera. Llevo muchos años, desde los once que agarré una guitarra hasta ahora que tengo treinta, la mayor parte de ese tiempo he estado acompañando tanto al cante como al baile. Es lo que hecho desde que me fui a Sevilla, hace aproximadamente ocho años. He tenido la suerte de acompañar a cantaores como Miguel Poveda, Argentina, a Niña Pastori… Y en baile también. He trabajado con Farruco, Joaquín Grilo… con gente de renombre desde el flamenco. Pero sí es verdad que siempre he tenido esa inquietud de avanzar y de exponer mi discurso, que es de lo que se trata con un disco, dar a conocer a la gente lo que uno quiere expresar a través de la música.
Cantaores y tocaores. Mucha gente puede creer que es lo mismo pero es radicalmente distinto.
—Es una escuela por la que tienen que pasar todos los guitarristas y además, el baile no es como antes, el formato tablao de tú cantas, tú bailas y yo toco. Ahora , cuando vas a hacer un espectáculo de baile ya te piden una música original. Aparte de tener que tocar para el baile cuando sea el baile, para el cante cuando sea el cante porque es como un equipo, tienes que ser compositor porque te piden una música y cuando el espectáculo tiene una trama argumentan, tienes que ser tú quien hilvane esa trama con tu música. Es complicado tocar para baile pero a la vez es bueno porque desarrollas esa faceta de compositor.
La mayor parte de los grandes cantaores y tocaores han pasado por el tablao.
—El tablao te da reflejos. Yo he trabajado en tablaos como Los Gallos o El Arenal y cuando llegaba el momento no sabía a quién le iba a tocar, a veces ni nos conocíamos. ¿A qué hora empieza el pase? A las ocho. Pues a las ocho en el escenario y a ver lo que pasa. Los primeros días está uno más cortado porque no sabes por dónde te van a venir, pero cuando ya descubres la estructura es cuando empiezas a disfrutar.
Comenzaste a los once años. ¿Cómo fue?
—En mi casa lo que ha habido es flamenco pero realmente no comencé con el flamenco. En el colegio anunciaran clases particulares de guitarra y la verdad es que desde chico me había gustado la música, pedía por Reyes una batería, unos bongós… Le dije a mi madre que me quería apuntar a las clases de guitarra y mi madre me apuntó. Empecé tocando canciones infantiles, lo que te ponían allí. Luego me fue gustando y mi madre me llevó con Víctor Rosa, que es de San Fernando y con el que estuve dos o tres años. Y ya me enganché a la guitarra, lo mismo que me podía haber aburrido porque la verdad es que es un instrumento tedioso y no es fácil, sobre todo en los principios.
Ya con quince o dieciséis años me llevó mi madre al maestro Balao, de Jerez al que le tengo mucho que agradecer, tanto yo como muchos guitarristas que están hoy en día funcionando bien.
Me ponía obras que eran complicadas de tocar y ahí, o te ponías las pilas y estudiabas, o no había forma de tocarlo. Le debo mucho al maestro Balao, además de que lo quiero mucho, y después de estar unos cuantos años con él seguí mi carrera estudiando, componiendo y partiéndome la cabeza como hacemos los guitarristas para sacar una falseta medio en condiciones.
Cuando un profesor te exige mucho es porque cree en ti.
—Además me abrió mucho la mente, porque aunque tocaba principalmente flamenco, le gustaba mucho la música sudamericana. Él me metió el gusanillo por esa música, son ritmos y armonías muy abiertas y casan muy bien con nuestra música. ¿Por qué no vamos a tomar armonías de otras músicas que al fin y al cabo son de ida y vuelta?
Cada maestro te deja algo.
—La verdad es que sí y yo soy de la opinión de que se aprende de todo el mundo.
Hasta de los malos.
—Hasta de los malos, porque se aprende lo bueno y se aprende lo que no se debe hacer. Mi maestro fundamental fue Balao, pero he tenido otros maestros que me he ido encontrando por el camino y que no han sido músicos de flamenco. Aquí en La Isla hay un guitarrista que si se entera que lo estoy nombrando me mata, pero es Paco el veterinario, que acompaña de una forma que a poca gente he visto yo acompañando así. He aprendido mucho de él. Tiene la escuela de lo puro, del cante antiguo, del toque antiguo y cada vez que voy me llevo el móvil y lo pongo a grabar porque tiene muchos recursos de Pepe Habichuela, de Manuel Morao… por soleá, por seguiriyas… Me las llevo y luego las hago a mi forma o las hago como son. Pero nos llevamos muy bien y le tengo mucho cariño porque la verdad es que en San Fernando no hay un guitarrista que acompañe al cante como acompaña Paco.
Llegamos al disco. Se titula 'Calma'.
—La vida todos sabemos como es, no voy a descubrir nada, pero te da a veces unos palos que uno de espera. Yo hace casi cuatro años tuve una pérdida muy importante, un pilar de la vida de toda persona que es su madre y eso te deja que no sabes ya si seguir tocando… porque es un palo durísimo. Cuando una madre tiene el corazón y la entrega a su familia como tenía la mía, la verdad es que supone un palo gordísimo. Después de eso estuve como dos o tres años mal…
Perdido.
—Sentimentalmente eso te deja hecho polvo. Pero todo eso se va reflejando en tu música porque de lo que se trata es de volcar ahí tus experiencias y vivencias. Eso se queda para toda la vida pero sí es verdad que ha llegado el momento en que lo he superado y que tenía ilusión y ganas de mostrarle a la gente lo que yo tenía dentro, mi forma de ver la música. El título viene del periodo en el que estoy ahora, que es de calma.
Antiguamente un disco de guitarra era eso, un disco de guitarra. Un guitarrista tocando por seguiriyas, por soleá… a palo seco, sin acompañamiento, sin percusión. ¿Te atreverías el día de mañana a hacer un disco así? ¿O no te dejarían las productoras?
—Sí, hombre. La premisa que yo le puse al productor mío, que además es mi amigo, el Bolita de Jerez, y la que él me dio a mí, es que hiciéramos lo que nos diera la gana y es realmente lo que hemos hecho. De todas formas, lo temas que hay en el disco no son a tres o cuatro guitarras. Puedo tocar cada uno de los nueve temas sin ningún tipo de acompañamiento y suenan. Hay disco en los que en cada tema hay tres guitarras y a la hora de hacerlos en directo, si no tiene el complemento de las otras dos, el tema no suena por ningún lado. Pero he tratado que las composiciones fueran para una guitarra y se podría hacer el disco sin ningún tipo de acompañamiento, pero también le he querido dar otros tintes, otros colores, y he podido contar con amigos músicos que son increíbles.