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San Fernando

David Galván y López Simón salen por la puerta de San Marcos

El torero isleño fue el gran triunfador al cortar cinco orejas a sus toros y el madrileño cortó orejas y rabo al último de la noche.

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Debutaban López Simón y la ganadería de Albarreal. A David Galván, le esperaba la afición, tras los sonoros triunfos de Algeciras y Estepona, el pasado sábado. El madrileño  López Simón, líder del escalafón y con cuatro salidas a hombros en Madrid, se enfrentaba a otro gallito. Rivalidad en el ruedo. Es necesario y el público lo agradece.

La torera plaza de la Isla cumplía 145 años de existencia y como sencillo homenaje se fusionaron el toreo hierático, sobrio, académico,  con la juventud y hambre de triunfo. Como telón de fondo el cante de Remedios Reyes, que contribuyó con su pellizco flamenco a elevar los sentimientos, alternando con los fenomenales sones de la banda de música, en un festejo  donde el molesto y malage aire, se convirtió en un protagonista inoportuno y peligroso, no sólo para los lidiadores sino para la taquilla.

El alegre y variado saludo capotero de David Galván en sus tres toros fue el preludio de una tarde triunfal. Su primero fue un animal que metía la cabeza y el torero con decisión tiró de él, ligando series con la diestra. Buen arranque de una actuación, donde al final sólo tuvo la nota discordante de que el de Albarreal se rajó.

David volvió a entusiasmar en su segundo, tercero de lidia de la tarde, con largas cambiadas y ramillete de bellas verónicas, rematadas con medias, rodilla en tierra. Bien picado por Esquivel, brindó a su compañero López Simón. El aire soplaba con fuerza y Galván se mostró reposado y firme, conectando con el público. Poco a poco fue hilvanando una faena de exposición, mostrando su buen momento, madurez y su toreo de corte clásico.

El quinto fue un toro que sacó mansedumbre como sus hermanos. Se movió algo en el capote, pero sacó genio en la muleta. Galván, elegante y seguro, sorteó impávido  arrancadas peligrosas. La quietud y plasticidad en los muletazos fueron jaleados por los aficionados. Lástima que, como su compañero, tuvo que torear al otro toro peligroso que era el viento de Levante.

A López Simón se le fueron las orejas de los dos primeros. El que hacía segunda, de nombre Ojezarco, fue un toro muy noble, que le dio opciones para desarrollar su tauromaquia de torero vertical y herático, cincelando una faena de alto nivel sobre los dos pitones, que no tuvo remate con la espada.

Se enfrentó al cuarto, otro manso, al que le hizo embestir y le sacó  muletazos con mucha decisión y quietud. La gente estaba con él. Su entrega  fue a más, poniéndose en terrenos comprometidos. Volvió a tener las orejas en su esportón y de nuevo se le fue las manos con la espada. El público lo aplaudió con fuerza, incluso obligándole a salir a dar la vuelta al ruedo. Su rabia y amor propio no lo permitió, incluso derramó lágrimas.

Salió en el último a por todas y con inteligencia logró embarcar al manso en series sobre la mano diestra. El toro echaba la cabeza arriba y negaba la embestida, no le perdió la cara y este vez sí que acertó a la hora de matar, volcándose sobre el morrillo. Le había devuelto el brindis su compañero Galván.

FICHA DEL FESTEJO

–Ganadería– Seis  toros de Albarreal, sustituto de los anunciados del Vellosino. Desiguales de presentación, los dos últimos más cuajados. En general fue un encierro manso, excepto los dos primeros nobles y de buen juego, siendo aplaudidos.

–Espadas– David Galván de grana y oro. Dos orejas, oreja y dos orejas.              López Simón, de celeste cielo, vuelta al ruedo tras aviso con leve petición, fuerte ovación tras aviso y dos orejas y rabo.
–Incidencias– Media plaza y buenas actuaciones de los banderillos. Se guardó un respetuoso minuto de silencio en memoria Víctor Barrios y el que fuera excelento banderillero isleño y asesor Félix García Lamela. Ocupando su lugar el matador de toros y director Escuela Rafael Ortega, Antonio Pérez. El fuerte aire, molestó durante toda la corrida.

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