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Sevilla

El "protocolo" para la muralla de la calle Castelar contempla visitas programadas

El Ayuntamiento podrá incluir en sus talleres socioculturales las visitas al lienzo de la muralla

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  • Muralla Arenal. -

El Ayuntamiento de Sevilla ha aprobado en su última junta de gobierno un "protocolo de intenciones" a firmar con la Fundación Alejandro Rojas-Marcos, mediante el cual la entidad municipal podrá promover visitas culturales al imponente lienzo de muralla islámica recuperado en la sede de la fundación en la céntrica calle Castelar.

En concreto, la primera cláusula de dicho protocolo y "objeto" del mismo, según el documento recogido por Europa Press, refleja "la voluntad de las partes de colaborar en las actuaciones tendentes a facilitar y organizar las visitas de la ciudadanía al lienzo de muralla sito en la casa 11 de la Calle Castelar, recuperado, restaurado y conservado por la Fundación" Alejandro Rojas-Marcos.

"El Ayuntamiento de Sevilla, a través de sus distritos municipales, podrá incluir en sus talleres socioculturales las visitas al lienzo de la muralla. El calendario mensual de visitas, aforo máximo y duración se acordará entre las partes", figura en dicha primera cláusula, que incluye el apunte de que la Fundación ya había acordado con la Consejería de Cultura "la gestión del régimen de visitas públicas".


Sobre dicho lienzo de muralla pesa una memoria técnica que firman los arqueólogos Miguel Ángel Tabales y Cristina Vargas Lorenzo, con el título "Intervención arqueológica preventiva. Control del picado del muro medianero de la calle Castelar número 11", documento en el que explican que dicha actuación derivó del proyecto arquitectónico diseñado para la "reparación del muro medianero y la consolidación de la muralla histórica" en la calle Castelar, a cargo del arquitecto Manuel Martínez de Pinillos Morales por petición de la Fundación Alejandro Rojas-Marcos.

La citada intervención arqueológica, como bien describen los autores de este documento técnico recogido por Europa Press, implicó la recuperación y análisis de "un fragmento de la muralla islámica del sector occidental de Sevilla, fechado en el siglo XII"; rememorando que "las murallas de Sevilla encierran una profunda problemática de carácter cronológico cuya resolución aún no se ha logrado dadas las discrepancias entre aquellos investigadores que defienden una datación almorávide y otros que le adjudican una cronología almohade".

Tras profundizar pormenorizadamente en dichas "discrepancias"; estos arqueólogos explican con relación al tramo de muralla objeto de su intervención que su construcción se encuadraría en el siglo XII, tratándose de una obra "presuntamente almohade" que se presenta "en alzado mediante cuatro bancadas o hilos de tapia desde el pavimento actual hasta el adarve". "Gran parte de su alzado, la mitad norte, conserva todo su espesor mientras que el resto ha sido desbastado hasta la misma vertical del parapeto", precisan.

En cuanto a las características constructivas de este lienzo de muralla, Miguel Ángel Tabales y Cristina Vargas detallan que "la consistencia de la fábrica es notable" y "la proporción de cal es muy elevada", destacando además "la fina selección de la tierra y la diminuta calibración del árido, compuesto por cantos rodados menudos". "Es sin duda una muralla muy bien hormigonada y resistente", consideran, agregando que este tramo de muro "conserva parte del calicastrado original, así como las huellas de tablazón, sobre todo en los cajones superiores".

Los arqueólogos destacan igualmente "la disposición transversal de los cajones de tapial del extremo meridional", un sector en el que "los cajones ofrecen su lado corto de manera superpuesta sin apenas solape, lo que motivó un agrietamiento por las juntas al producirse los asientos diferenciales derivados de la eliminación de una torre y de la reducción del espesor del muro".

"Esta disposición de los cajones delata la existencia de la citada torre, hoy desaparecida y ocupada por un avance del patio" del número 11 de la calle Castelar sobre la casa número 23 de la calle Valdés Leal, precisan estos arqueólogos.

A tal efecto, estos autores sitúan en "mediados del siglo XX" la "ruptura" de este tramo de muralla fruto de "la construcción de la vivienda de Castelar 11 y de su patio medianero", pues dicho inmueble fue edificado, según explican, avanzando "en el extremo sur hacia la muralla", un "contexto" en el que "se entiende la oportunidad de
ganar espacio tanto para el patio como para el garaje".

Toda esa "alteración de la muralla", según describen, "se saldó con la aparición de cuatro grandes grietas coincidentes con las separaciones horizontales de varios cajones", marco en el cual estos autores señalan una serie de "fisuras provocadas por el cambio de presión" derivado de "la eliminación de una torre situada justo detrás", según abundan.

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