Gary Medel es una bomba de relojería. Llegó al Sevilla con fama de conflictivo, de indomable, y aunque en la capital hispalense no ha dado que hablar fuera del campo, más allá de una pelea con Spahic, lo cierto es que la preocupación con respecto a su carácter siempre ha preocupado. En los últimos días, en su vuelta a Chile, ha rebrotado el Medel incontrolable. Fue expulsado de la concentración de su selección hace pocos días, por irse de juerga con Vargas a una discoteca, y este fin de semana fue detenido y juzgado por amenzar de muerte al conductor de un vehículo con una pistola de juguete, pero que a su rival no se lo pareció.
La justicia chilena, en concreto, determinó dejar en libertad al jugador tras aceptar la restricción de no acercarse a su denunciante en un radio no inferior a 200 metros por espacio de un año.
En la audiencia, el fiscal Paul Martinson acusó al jugador de haber amenazado a su denunciante con la frase "te voy a matar c..." y de haberle pegado una patada al maletero de su automóvil.
En la cita judicial, tanto Medel como su acompañante, Pablo César Cortés, estuvieron esposados y sólo se remitieron a entregar sus datos personales y a aceptar las condiciones para quedar en libertad.
Y a todo esto, el Sevilla se debate entre vender ahora a este bomba, que es un muy buen jugador, pero que trae estos problemas, o esperar a que tenga un mejor mercado, cuando todo pase. En Chile insisten en que el Madrid está detrás (nos extraña), Del Nido reconoció ofertas de Italia e Inglaterra. El Napolés, equipo donde juega Vargas, su compañero de parranda, podría ser la salida con más visos de fructificar.