Juan Ignacio Zoido reconoció el pasado viernes en el pleno extraordinario dedicado al debate sobre el estado de la ciudad -en el que la oposición no tuvo la oportunidad de replicarle y en el que el peso por parte del gobierno local lo llevó Juan Bueno- que quería ser ‘el alcalde del empleo’, pero esta vez procuró no escudarse en el soniquete de la falta de competencias y trató de ‘vender’ a la opinión pública un plan de empleo como si fuera de carácter municipal ante lo que calificó como “parálisis” de la Junta de Andalucía.
Así pues, cada oportunidad es aprovechada por el Ayuntamiento para lanzarle un dardo a Griñán y hacer política de confrontación, máxime ahora que Zoido aúna en su persona la doble condición de alcalde de Sevilla y líder del PP (A). Desde este momento, los Plenos del Ayuntamiento pueden convertirse en un ensayo de la oposición que el alcalde/presidente del PP (A) practicará en la sede del Parlamento andaluz y ya no sabremos bien dónde acaba el perfil de Zoido-alcalde y empieza el de Zoido/líder regional del PP, y quién trabaja para quién: si el alcalde para el presidente del PP (A) o viceversa. Son las servidumbres de la dualidad y de estar a media jornada como alcalde en la Plaza Nueva y la otra media con despacho en la calle San Fernando.
Generación de condiciones
Zoido no tenía más remedio que reaccionar en el debate sobre el estado de la ciudad después de que, en las vísperas, tanto Espadas como Torrijos señalaran que, con casi diez mil parados más que en la peor etapa de Monteseirín, se había convertido en sólo un año en el cargo en la antítesis de lo que pregonaba cuando se hallaba en la oposición: de ser el futuro alcalde del empleo a, por la tozuda fuerza de la realidad, el alcalde del paro.
El primer edil varió un ápice el discurso oficial del PP en estos doce meses sobre la cantinela de la falta de competencias –en realidad, un proyectil contra la línea de flotación de la Junta de Andalucía, que las tiene transferidas en esta materia- y también reconoció que “se pueden generar oportunidades”. Efectivamente, ésa había sido la parte complementaria de las tesis de Zoido durante su época en la oposición y también en los meses siguientes a su acceso a la Alcaldía: el Consistorio no podía crear puestos de trabajo por decreto, pero sí adoptar medidas para atraer inversores privados foráneos o incentivar directa o indirectamente a los nativos.
En esa línea se enmarcaban medidas como la rebaja de impuestos o la adhesión al plan de ajuste para el pago más o menos inmediato de los casi 55 millones de euros adeudados a proveedores, aunque por ese mismo ajuste, al final las tasas municipales acabarán experimentando las típicas subidas de siempre.
Paso a la formación
Cuando todo el mundo esperaba en el salón de plenos que el alcalde, que se había reservado para sí la última palabra, desgranara una batería de nuevas medidas para generar esas oportunidades que deberían traducirse en la creación de empleo, más allá de los proyectos heredados de la corporación de Monteseirín -como Ikea y la venta de la Gavidia-, Zoido se descolgó anunciando un Plan Director de Economía y Empleo para el mes de septiembre y basado casi exclusivamente en la formación.
“Queremos crear -dijo el alcalde- nuestro plan de empleo: mantener proyectos cofinanciados con la Junta siempre que adelante su parte -escuelas/taller, talleres de empleo, plan Redes, plan Andalucía Orienta…-, así como programas de formación profesional para medio ambiente, ayuda a personas, turismo y hostelería y patrimonio y artesanía”. Zoido añadió a los capítulos de su propio plan de economía y empleo, cuya puesta de largo se organizará a la vuelta del verano, facilitar prácticas laborales en empresas y ayudas para universitarios desempleados menores de 30 años.
Hasta septiembre
Así pues, el alcalde ha evolucionado desde la creación de empleo directo -el plan de ajuste y las enormes deudas dejadas por Monteseirín le obligan a congelar la plantilla en el Ayuntamiento y en las empresas y servicios municipales-, a la generación de las condiciones para crear empleo y, finalmente, a la formación para el empleo.
Para empezar, llama poderosamente la atención que un político que durante sus cuatro años de oposición decía tenerlo preparado todo para cambiar la ciudad, desde el Plan Centro hasta las once medidas presupuestadas en dinero y en plazo por cada uno de los distritos de Sevilla, vaya a tardar quince meses desde su toma de posesión en presentar un plan para la que proclamaba iba a ser su preocupación esencial: ser el alcalde del empleo.
¿Y por qué esperar hasta septiembre, como los malos estudiantes? ¿Y por qué convertir el nonato plan de generación de oportunidades en otro dedicado a la formación profesional y a la realización de prácticas en empresas?
El modelo alemán
La respuesta está en que el supuesto plan de Zoido es en realidad una copia a escala local del plan nacional que su correligionaria y ministra de Trabajo, la onubense Fátima Báñez, va a desarrollar a partir de septiembre basándose en el modelo alemán. Mientras que en España la aspiración de todos los padres, por un trasnochado prurito social, es que sus hijos estudien una carrera universitaria aunque luego el título sólo les sirva para enmarcarlo y colgarlo de una pared, en Alemania la Universidad sigue siendo para una minoría y la mayoría de los estudiantes se forman profesionalmente para y en las empresas del país y en estrecho contacto con la realidad económica. La diferencia entre uno y otro modelo educativos es que mientras en la Alemania de Angela Merkel sólo hay una tasa de desempleo juvenil del 8%, en la España de Mariano Rajoy supera el 50%.
Fátima Báñez, una de las ‘baronesas’ del PP(A) y con quien Zoido tiene hilo directo como ministra de Trabajo, proyecta aprobar en septiembre los Reales Decretos que desarrollarán en España el modelo alemán de FP y cuyas grandes líneas maestras coinciden, casualmente, con las adelantadas por el alcalde durante el debate sobre el estado de la ciudad para ‘su’ Plan Director de Economía y Empleo.
Dualidad
Básicamente, el proyecto del Ministerio de Trabajo consiste en que empresas de sectores demandantes de empleo, tales como las del sector turístico, suscriban acuerdos con centros docentes públicos, en virtud de los cuales se harán cargo de un tercio del coste de la formación de sus alumnos. Estos pasarán dos tercios de su tiempo realizando prácticas en sus instalaciones a cambio de una beca-salario de 450 euros mensuales durante un plazo de dos años.
Los estudiantes beneficiarios de esta formación dual (una parte en las aulas, otra en las empresas) tendrán así, por el mutuo conocimiento que se establece a lo largo de tiempo, muchas más posibilidades al final de sus estudios de entrar en plantilla, para lo cual el Ministerio de Trabajo concederá bonificaciones especiales que podrán llegar hasta el 100% de las cuotas de la Seguridad Social cuando se trate de empresas con menos de 250 trabajadores.
Con estos contratos para la formación y el aprendizaje en el seno de las compañías que se acojan a la nueva FP, la ministra de Trabajo espera reducir las listas del paro, sobre todo en el segmento juvenil, condenado a perpetuarse en el hogar familiar o a emigrar al extranjero por falta de perspectivas en España.
Cuando Zoido habla de “promover la realización de prácticas profesionales en empresas” como base de su Plan Director de Economía y Empleo está hablando en realidad por la boca de Fátima Báñez, auténtica protagonista en la sombra del debate sobre el estado de la ciudad.