Zoido declaró hace unos días en el curso de una entrevista que le hicieron en una televisión local y contra toda evidencia que el Jardín Americano , uno de los legados de la Expo-92 dependiente ahora del Ayuntamiento, “no se ha abandonado” a su suerte. Según el regidor, pese a las dificultades económicas existentes, se están invirtiendo 30.000 euros este año y podado y arreglado las especies vegetales que lo componen. Se deduce por sus palabras que el alcalde hace mucho tiempo que no va por la isla de la Cartuja, ya que le bastaría con cruzar la pasarela sobre el río para que comprobara con sus propios ojos la situación del Jardín, se preguntara dónde se han invertido realmente esos 30.000 euros de que habla y se planteara si no cabría exigir su restitución o al menos responsabilidades a la(s) empresa(s) adjudicataria(s) del mantenimiento de los parques y jardines y las zonas verdes de la ciudad.
Podríamos remitir al alcalde por ejemplo al blog ‘Cultura de Sevilla’, que el 26 de febrero (tres semanas antes de la entrevista televisiva a Zoido) publicó un reportaje titulado ‘De Jardín Americano a estercolero’, en el que incluyó veintidós fotografías que son otros tantos testimonios de los efectos del vandalismo y del abandono en esta joya botánica de la Muestra Universal: paneles informativos pintarrajeados, árboles secos tirados por los suelos, plantas arrancadas o mutiladas, caminos impracticables, ciaboga convertida en un barrizal, aguas estancadas y putrefactas, mobiliario urbano destruido, basura acumulada….
“Las especies vegetales -podía leerse en el reportaje- subsisten como pueden en las diferentes zonas en que se divide el Jardín. Ya apenas quedan paneles explicativos y los únicos que sobreviven son los árboles ya sin mantenimiento; lo que antes eran arriates repletos de plantas y de flores hoy son descampados de tierra. Esto es una auténtica vergüenza. Para tener esto, casi sería preferible que el Jardín Americano jamás se hubiera abierto al público de nuevo, al menos se habría preservado el ecosistema que se creó allí durante años….”.
Los comentarios de los lectores abundaban en esa misma línea. Así, uno de ellos aportaba el siguiente testimonio: “Realmente patético. Paso a diario prácticamente por allí y el abandono es notorio. Además del vandalismo, aquella zona es un botellódromo permitido y consentido por el Ayuntamiento”.
Reconocimiento de Vílchez
Mientras el alcalde sostenía que el Jardín “no está abandonado”, ese mismo día, en el diario ABC, el delegado de Urbanismo y Medio Ambiente, Maximiliano Vílchez, reconocía que “no se encuentra en buen estado” y que por ello el Ayuntamiento está desarrollando un plan de revitalización, para recuperarlo. Sin ser consciente de ello, Vílchez estaba contradiciendo a Zoido, porque expresarse en términos de recuperación suponía la admisión de la evidencia negada por el alcalde: el abandono de esta joya botánica, debido al cual los vándalos lo han acabado destrozando con total impunidad.
Según Vílchez, el plan de revitalización del Jardín parte de la constatación de que “en otros espacios verdes de la ciudad que gozan de una intensa actividad ciudadana, los actos vandálicos se han reducido de forma drástica, ya que los ciudadanos entienden ese espacio como suyo”.
El delegado de Medio Ambiente ha adelantado que se piensa en medidas como la inclusión del Jardín Americano en el estudio de seguridad que se está realizando en numerosos parques de la ciudad, más presencia policial los fines de semana en horario nocturno, que es cuando se detectan los actos vandálicos, y en especial cuando se celebran eventos en el Auditorio o el estadio ‘Olímpico’, y la organización de actividades para mantenerlo en actividad constante, no sólo a diario, sino también los fines de semana.
La situación del Jardín anula la habitual coartada del gobierno municipal de achacar cualquier aspecto negativo a la herencia recibida de la etapa de Monteseirín como alcalde, ya que este espacio emblemático se reabrió tras diecisiete años de abandono en abril de 2010, catorce meses antes de que Zoido tomara posesión como alcalde tras una inversión cercana a los 9 millones de euros por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Por tanto, el nuevo gobierno local recibió esta zona verde totalmente renovada, y aunque tuvo que realizar una primera operación de desbroce y de poda de grandes árboles, la mayor parte de los daños que ahora sufre se han producido durante el actual mandato, por varios errores clave que Vílchez ha sabido diagnosticar con acierto. Por eso mismo se comprende menos aún la contumacia con que se ha perseverado en ellos hasta que la situación ha pasado a ser de dominio público: dejarlo sin actividad ciudadana y sin vigilancia policial.
El gobierno anterior encomendó a la Fundación Naturalia XXI la gestión del Jardín y firmó convenios con las dos universidades sevillanas para que los estudiantes pudieran realizar allí prácticas botánicas y actuar como guías voluntarios de grupos concertados de visitantes, por lo que en esta zona verde había una actividad más o menos permanente, esa vida que ahora el Ayuntamiento tanto echa en falta.
Sin embargo, la desertización del Jardín la creó el nuevo gobierno a los catorce meses de su toma de posesión, cuando anunció el fin de las ayudas (170.000 euros en dos años) a Naturalia XXI con el argumento de que se producía “un caso claro de duplicidad de gestión”, ya que no era lógico que la Fundación dirigiera el Jardín cuando sus actividades las podía desarrollar el propio Ayuntamiento a través de la Delegación de Medio Ambiente (jardinería) y Lipasam y la Agencia Local de la Energía (educación ambiental).
Externalización
Casi dos años después, el estado del Jardín demuestra que a la duplicidad de gestión al coste de 85.000 euros/año pero manteniendo al menos en buen estado general este espacio botánico, le ha sucedido la dejación de funciones tras la externalización en favor de empresas privadas (Fitonovo, la implicada en el escándalo de la operación Madeja, entre ellas) del mantenimiento de las zonas verdes de la ciudad, sin seguimiento por parte del Ayuntamiento de su actuación.
Por ende, al reducir el Jardín a un mero espacio botánico vacío de actividad ciudadana, educativa y ambiental (la labor que realizaba Naturalia XXI) y, para colmo, sin vigilancia policial, el Ayuntamiento ha propiciado por omisión la actuación de los vándalos, con campo libre, y nos ha retrotraído a la situación anterior a 2010, la de los diecisiete años anteriores de abandono.