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Sevilla

Las que nunca fallan, en Nochebuena tampoco

Las hermanas de la Caridad de Sevilla se han afanado para que sus huéspedes tengan una cena de Nochebuena que no les recuerde la situación social que sufren

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Desde poco después de las cinco de la tarde, el comedor social del Pumarejo, en el corazón del casco antiguo de Sevilla, presenta la misma imagen que casi cualquier día a esa hora, con la diferencia de que las monjas que lo gestionan se han afanado para que sus huéspedes tengan una cena de Nochebuena que no les recuerde la situación social que sufren.

En realidad, casi se podría decir que para las Hermanas de la Caridad de la capital andaluza es un día más, ya que han atendido el almuerzo como cada día, y han dado la cena de Nochebuena igual que el resto del año, peleando para que nadie se vaya a dormir sin comida en el cuerpo, con la diferencia de que en los últimos días han buscado lo necesario que la noche de hoy sea especial para sus comensales.

Para empezar, llama la atención el horario, ya que no son ni las nueve de la noche cuando el comedor se ha recogido, pero no es una decisión baladí, sino que tiene que ver con que muchas de las personas que acuden a la cena prefieren "quitarse de la calle temprano", y volver a donde vivan antes de que la noche caiga completamente sobre el barrio de La Macarena sevillano.

La otra razón tiene mucho que ver con los propios voluntarios que sirven la cena o ayudan en la cocina, que, lógicamente quieren estar con sus propias familias en esta noche tan concreta, por lo que el reloj se programa coordinado para que todo el mundo pueda cumplir su función en esta cena y luego ir a su propia cita familiar de Nochebuena.

Cuanto todo se recoge, son las propias monjas las que celebran su cena unidas, a tiempo para recoger todo y acudir a la Misa del Gallo, siguiendo una liturgia que no ha cambiado en los últimos siglos en esta noche.

Con esa premisa, ha sido unas 200 personas sin recursos las que han tenido su cena de Nochebuena gracias al trabajo solidario de estas monjas y sus colaboradores, que poco después de las cinco de la tarde ya habían comenzado a preparar el marisco, el embutido, la sopa, y todo lo que se ha dispuesto en las mesas, bajo la atenta mirada de Sor Esperanza, que vigila en todo el convento que nada quede a la improvisación, no hoy, sino cualquier día.

Como concreta esa religiosa, en noches como la de hoy se ve un poco menos de trasiego en el comedor social que gestionan, pero no es por algo negativo, sino que algunos de los habituales son acogidos por amigos o familiares para que no cenen solos o en un comedor social en Nochebuena, pero los turnos de cena están concurridos.

De hecho, desde poco antes de las siete de la tarde ya se podían ver a las personas esperando cola para entrar en alguno de los turnos de esta cena, rodeando la fachada del convento y entrando en orden para cenar junto a gente que, en algunos casos, solo coinciden con ella en lugares como este.

Las otras protagonistas de la cena no están a la vista: son las religiosas de más edad, algunas ya demasiado mayores como para bajar al comedor, que son atendidas en sus habitaciones por las hermanas también en Nochebuena, igual que ellas, en su día, trabajaban por los que nada tienen en este mismo convento.

Para que nada falte, ayudantes externos como Ayuntamiento, Junta de Andalucía, Mercadona o el Banco de Alimentos, son algunas de las entidades que no faltan nunca cuando necesitan sostener su día a día, porque nunca es fácil (ni barato) atender a tanta gente incluso con marisco, pero la ayuda coordinada y el prestigio de este comedor social se unen para que nada falte a los comensales, con la mente puesta, sin ir más lejos, en mañana, cuando el comedor abrirá de nuevo sus puertas para atender a los que solo acceden a un plato de comida caliente gracias a gente como estas monjas.

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