Agosto era antaño un mes de molicie y hedonismo máximo, con noticias de broma o del extranjero. Un mes horizontal y amarillo. Ya no, la ciudad mantiene el pulso en agosto gracias a miles de turistas, que obligan a bares y comercios a abrir. También influye que los políticos de la oposición se empeñan en demostrarnos que ellos no descansan. Y nos alancean con diarias proclamas contra el Gobierno de turno por tomar vacaciones y ser culpable, por tanto, de que España arda, se intoxique, o pierda duelos deportivos.
Agosto es raro de todas formas. Este verano he visto en la playa a ciudadanos y ciudadanas aplaudir extasiados la puesta de sol, para al minuto siguiente dejar tirada en la arena colillas y vasos de plástico con restos de maría y de hierbabuena, respectivamente.
He contemplado en la tele nuevos capítulos de Las Ocurrencias de Aguirre, la cólera de Dios, el consejero que anunció que iba a dar un cursillo a las que quisieran abortar para animarlas a parir. Como la providencia no da puntada sin hilos, tras esa memez varias embarazadas han perdido a sus hijos por un asunto que a él le ha tenido ocupado durante las vacaciones.
He visto a muchos argentinos vendiendo en la playa abalorios corporales, y reparé en que ocurrió al revés hace quinientos años, cuando los portó Magallanes a la Patagonia. Lo de Elcano, por cierto, transcurrió este agosto con el mismo interés que si hubiese sido uno de esos viajes en moto náutica de Marichalar. A España le falta relato, dirá un cursi.
Todos hemos comprobado que la carne mechada mata, pero de forma directa, no poco a poco vía colesterol, como hasta ahora. Por fortuna, la ciencia local andaluza está Escribiendo el Relato Mundial Para Evitarlo, según el presidente de la Junta, nuestro prócer, cuya formación académica en Relaciones Públicas resulta muy explicativa de semejante frase.
De nuevo nuestro rey, como su padre y su hijo, y como ocurrirá con su nieto o bisnieto, prefiere la sanidad privada. Sin embargo, las reinas siempre visitan a niños hospitalizados en hospitales públicos. A veces creo que Sus Majestades de turno necesitan el advenimiento de alguna República para regresar desde el exilio con más ímpetus.
He vuelto a disfrutar de Sevilla medio vacía en agosto, una ciudad mejor que cuando bulle a todo trapo. Pasa igual en Pentecostés, fecha en que se auto evacúan todos los rocieros destino Huelva. A medias o a full, amigos, Sevilllaland tiene su aquél. Les animo a vivirla, aplaudiendo en cada amanecer, que no es poco símbolo de vida.
