Y después de ser entrenadores, ahora somos expertos en medicina

Publicado: 21/03/2020
Autor

Younes Nachett

Younes Nachett es pobre de nacimiento y casi seguro también pobre a la hora de morir. Sin nacionalidad fija y sin firma oficial

Sin Diazepam

Adicto hasta al azafrán, palabrería sin anestesia, supero el 'mono' sin un mísero diazepam, aunque sueño con ansiolíticos

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Dejad a los científicos y a los médicos que hablen, que entre tantos idiotas hablando puede que nos perdamos lo que tienen que decir quienes saben de esto
Esto es España. En estas dos últimas semanas hemos dejado a un lado nuestra vocación de ser los mejores entrenadores de fútbol del mundo, para, ¡Surprise Motherfucker!, convertirnos en especialistas médicos y científicos capaces de combatir con nuestras estupideces toda una pandemia como la que actualmente padecemos con el coronavirus de los cojones. Y en verdad os digo, desde el más mínimo de mis cariños, que no tenemos ni puñetera idea, dejad a los que llevan años, décadas, estudiando virología, dejad a los científicos, a los médicos, a los especialistas en epidemiología, que hablen, que entre tantos idiotas hablando puede que nos perdamos lo que tienen que decir quienes en verdad saben de esto.

Y esto va también por los políticos, siempre micro en mano, sin saber atarse los putos zapatos, buscando votos incluso sobre millares de muertos, desde el Gobierno, y cómo no, desde una oposición a la que se le debería caer la cara de vergüenza dada su exquisita especialidad en desmantelar la sanidad pública. Ahora, qué coño, es fácil destacar su importancia.

Ah, sin olvidarnos de lo zoquetes que somos, porque os juro que sé que no aprenderemos una mierda de esto... es decir, matizo, dudo y mucho que a partir de esta pandemia criminal nos pongamos manos a la obra y pasemos a invertir más dinero en investigación médica y científica que en construir aeropuertos en Castellón a una comisión del tres por ciento para la compra de una segunda residencia pagada en ‘B’ con vistas al océano de avaricia que nos corroe.

Pero bueno, es lo que somos. Nos encanta decir que sabemos cuando no tenemos ni pajorera idea. Por mi parte, ni puta idea... solo hago caso a los antes mencionados, a miembros de la comunidad médica y científica, que claro que pueden equivocarse, pero no me harán lavarme las manos con fanta limón, ni meterme un ajo por el ojete, ni me asustarán con el apocalipsis, ni tampoco me dirán que es una simple gripe. Lo curioso es que ellos son los más humildes, los primeros en decir que aún se conoce muy poco del comportamiento de este virus, con lo cual, profetas a sus cubetas.

Perdón por la efusividad, pero es que lo que escucho y lo que leo en las redes sociales y medios de comunicación es para añadir, como delito, en el decreto de alarma, el exceso de estulticia. La ignorancia es algo más que atrevida. Eso sin olvidar la pechá de tontos de izquierdas e idiotas de derechas chupando el coronavirus como si fuese una urna, defendiendo lo indefendible o buscando culpables hasta en el color de la chaqueta del vicepresidente.

Y es por esto por lo que jamás podría ser presidente de un Gobierno. Si tuviera ese poder, ya te digo que hay mogollón de gente a la que le diría que no tiene que mantener el confinamiento, que puede salir y lamer las aceras y los esputos que encuentren en ellas.  

Sigamos. Yo tengo una paranoia del copón, porque encima soy hipocondríaco y llevo desde enero padeciendo todos los síntomas, incluso los que salen en los bulos. Si hablo con alguien, me pica el cuerpo y se me reseca la boca y se me oprime el pecho. La semana pasada pensé en ir en busca de un positivo y darle un beso en la boca, pillarlo y que sea lo que el coronavirus quiera, pero al menos tendría cama en el hospital. Pillarlo ahora o dentro de una semana o dos, me resulta aterrador.

PD: Lloro al pensar en esas mujeres que están encerradas con su maltratador.

PD. La epidemia del SIDA mató el año pasado a cerca de un millón de personas en el mundo. 40 millones desde que comenzara la misma. En África, según un recuento realizado en 2018, alrededor de uno de cada 25 adultos está infectado con el VIH/Sida. Pero, bueno, son pobres.

PD. Espero que, viendo cómo huye la gente de Madrid y otros focos de infección, y viendo cómo en pueblos costeros se les trata de cerrar las puertas, comencemos a entender a aquellos que huyen del hambre, la miseria y la guerra, ‘enfermedades’ cuya tasa de mortalidad, cuya letalidad, es mucho mayor que la del coronavirus.  Las fronteras y los muros que construyamos con el objetivo de evitar que los que huyen entren, mañana, quizás hoy, servirán para que no podamos huir nosotros.

PD: Si usas mascarilla, no comas chorizo, ajo o cualquier producto que se repita... cada eructo es un abismo de asco en estado puro.

PD. Un abrazo lejano y seco desde el confinamiento.

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