La madrugada del próximo domingo, 29 de marzo, a las 2.00 se adelantarán los relojes hasta las 03.00 y se dará comienzo así al horario de verano, que se prolongará hasta el último domingo de octubre cuando se recuperará el horario de invierno.
Con el cambio de hora se cumple con la Directiva Europea 2000/84/CE que sigue afectando, sin excepción, a todos los estados miembros de la Unión Europea. Las primeras disposiciones del horario de verano se adoptaron en Europa en 1980 y con la aprobación en el año 2000 de esta directiva comunitaria se fijó el inicio del horario de verano el último domingo de marzo y su finalización en la madrugada del último domingo de octubre.
Si bien, en el conjunto de la UE en el año 2018 se planteó la propuesta de eliminar el cambio de hora y se inició un proceso que si bien consideraba suprimir este cambio en 2019, los entonces Veintiocho consideraron que la iniciativa era prematura y se aplazó la decisión hasta el año 2021.
En la actualidad el cambio de hora está sujeto a un estudio en los distintos países después de que la Comisión Europea realizara en 2018 una consulta pública en la que más del 80 por ciento de los 4,6 millones de ciudadanos que participaron se mostraron a favor de acabar con los cambios de hora.
En España, hace un año el Consejo de Ministros del 22 de marzo, la entonces portavoz del Gobierno y ministra de Educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, adelantó que España mantendría su huso horario y el cambio de hora estacional mientras reflexionaba hasta el año 2021.
El cambio horario forma parte de la Directiva Europea 2000/84CE que afecta a todos los Estados miembro de la Unión Europea con el objetivo de aprovechar mejor la luz solar por la tarde. Por tanto, el cambio es obligatorio y siempre se produce en las mismas fechas y horas en el conjunto de la UE, de modo que no existe la posibilidad de que un Estado miembro no aplique este cambio de hora.
La Comisión Europea considera que el consumo de energía no es el único aspecto positivo sino también subraya otros impactos sobre sectores como el transporte, las comunicaciones, la seguridad vial, las condiciones de trabajo, los modos de vida, la salud, el turismo o el ocio.
El cambio de hora se remonta a la década de los 70, con la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron adelantar el reloj para aprovechar mejor la luz natural del sol y consumir menos electricidad en iluminación.
Desde 1981 se aplica como directiva que se renovaba cada cuatro años hasta la aprobación de la Novena Directiva, del Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión, en enero de 2001, que establece el cambio con carácter indefinido.
De este modo, en esta ocasión, con España bajo el estado de alarma, los ciudadanos confinados en sus casas a partir del domingo cuando salgan a aplaudir al balcón a las 20.00 para agradecer la labor de quienes están luchando en primera línea contra el coronavirus lo harán aún con sol.
España está ubicada geográficamente en el uso GMT+1 hora, como la mayor parte de Europa excepto Reino Unido Irlanda y Portugal, que se mantienen en el GMT+0. España, por tanto tiene su hora oficial adelantada en 60 minutos respecto a la hora universal desde el año 1940.
En la latitud de España las horas de luz son las mismas, alrededor de 10 en invierno y unas 14 en verano, pero no amanece o anochece a la misma hora en el este que en el oeste. De hecho, puede haber incluso algo más de una hora de diferencia desde una punta a otra. Por ejemplo, Vigo (Pontevedra) es la ciudad europea en la que más tarde anochece.
¿QUÉ PASARÁ DENTRO DE UN AÑO?
El cambio de hora genera un amplio debate en varios colectivos sociales y en los últimos años se han realizado informes que tienen en cuenta no solo aspectos relacionados con el posible ahorro de energía, sino otras cuestiones relacionadas con la necesidad de armonización de horarios, la seguridad vial, las condiciones de trabajo y sus repercusiones sobre la salud, entre otras.
Dichos informes coinciden en señalar que los beneficios del cambio de hora no parecen determinantes. En agosto de 2018, y a solicitud del Consejo de Ministros, se creó en Espala Comité de Expertos del que forman parte profesionales de todos los sectores involucrados para analizar los factores a favor y en contra del cambio horario así como el impacto que tendría la decisión de adoptar de forma permanente una de las dos alternativas horarias.
Los resultados de este análisis serán tenidos en cuenta por el Gobierno para tomar la decisión sobre el huso horario en España. Por su parte, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizó en noviembre del año pasado una encuesta en la que el 65 por ciento de los participantes se manifestó a favor de permanecer en el horario de verano.
Asimismo, la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo realizó un informe elaborado por Sven Schulze en el que se puntualiza que, si bien los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son marginales y no hay certeza de que se produzcan en todos los Estados miembro.
Frente a los que obtienen ahorros, están los países pueden ver verse afectados por un aumento el consumo de energía. El informe también indica que puede haber ahorros en iluminación, pero que no es tan obvio que ocurra lo mismo con la calefacción, pues podría incluso aumentar su consumo.
Además, según indicaron los expertos, los resultados son difíciles de interpretar ya que están muy influenciados por factores externos tales como la meteorología, la geografía y el comportamiento de los usuarios. En España no existen informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos.
Por otro lado, el Ministerio para la Transición Ecológica señala que las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, en los sistemas de climatización y en los propios edificios, así como la progresiva introducción del autoconsumo, alteran significativamente los análisis que, originalmente, se utilizaban para calcular estos datos.
En todo caso, el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energética (IDAE) anima a los ciudadanos a fomentar la eficiencia y el ahorro energético en sus consumos domésticos, especialmente mientras se prolonguen las medidas de confinamiento establecidas en el Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, para frenar el impacto económico y social del COVID-19.
Para facilitar esta tarea recuerda que en la página de Internet del IDAE existe una guía con consejos prácticos y una plataforma de formación on-line.