COVID 21, ¿Alguien queda para morir?

Publicado: 22/05/2021
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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a las vacunaciones hay que sumarle “el hecho de que miles de personas vulnerables fallecieron en las primeras olas de la pandemia
Se ha despertado y le dicen que esto del COVID fue un mal sueño. Que todo va a funcionar a dias vista como antes. Que sólo hay que vacunar y vacunar. Que eso de que se hayan identificado variedad de cepas del virus, la China, la inglesa, la india… no tiene mayor importancia, porque las vacunas, todas y cada una de ellas, son eficaces contra todas las cepas, vengan de donde vengan. -¡Oiga! Que puede VD viajar por toda España y que si se hace un “pasaporte sanitario” podrá viajar por todo el Mundo mundial. Que los ingleses llegaran a oleadas a partir de junio y en masa a partir de julio. Que las costas españolas, este fin de semana, han estado a rebosar, pero que no se preocupe, porque no vendrá ninguna nueva ola. –Oiga ¡que esto está controlado!

Y Vd se mira una y otra vez al espejo, se echa agua fría en la cara, se pellizca para confirmarse que no se encuentra en manos de Morfeo, soñando. Y recuerda las imágenes de Pedro Sánchez, sonriente, augurando un verano lleno de venturas turísticas, de masificación de hoteles y restaurantes, de salas de fiestas a rebosar… ¿Quién se acuerda de los ERTES y EREs? Pero algo no funciona y Vd. tiene la mosca detrás de la oreja, porque se acuerda que desde hace solo unos días los mensajes angustiosos de prevención, confinamiento, muerte y contagios masivos aún resuenan en sus oídos y aún recuerda las imágenes de esas curvas desoladoras de cifras y datos negativos. ¿Qué ha ocurrido en estos pocos dias? Hay mucho que contar, pero basta algún ejemplo entre los que no estará la repercusión de las elecciones madrileñas.

Hace dos meses, el 21 de marzo, de este año 21, Euronews publicaba: “París, Lille, Ruan... El Gobierno francés ha echado el cierre a numerosas ciudades del país para frenar los contagios de COVID-19 durante la tercera ola de la pandemia.”. Y llevamos con la “pandemia” desde marzo de 2020. Un periódico de tirada nacional presenta este titular el 14 de mayo: abril ha sido el mejor mes desde septiembre (2020) en tres de cada cuatro provincias”. Atribuye a la vacunación la mejora de las cifras de mortalidad, que dice equiparables a las del mes de julio del año pasado. Que por cierto, basta repasar hemerotecas de esas fechas y los mensajes catastrofistas se amontonaban publicitando cifras a nivel mundial (más de 14 millones contagios y más de medio millón de muertes) y de España (“hoy 20 de julio, hasta el momento se han notificado 264.836 casos confirmados de COVID-19 y 28.422 fallecidos”.) Cabe preguntarse que si está el asunto más o menos por ahí ¿a qué viene el cambio espectacular de talante?

El artículo escrito por Raúl Sánchez, Victoria Oliveres y Ana Ordaz, en el Diario.es, expone que hay un factor que puede explicar en buena medida lo que está ocurriendo cuando dicen que a las vacunaciones hay que sumarle “el hecho de que miles de personas vulnerables fallecieron en las primeras olas de la pandemia”. Un acierto por su parte, ya que conforme desaparecen, desgraciadamente, las personas que no contaron con la ayuda precisa y sobreviven quienes por su naturaleza afrontaron el contagio, menos muertes se producen. A fuerza de “exterminar” a los débiles, alguien puede atribuirse el mérito del “milagro” de salir de la crisis sanitaria. Mucha mala uva quienes no tengan en consideración, al valorar cualquier “mejora”, el papel esencial de una naturaleza despiadada a la que los poderes públicos han sido incapaces de frenar. Nadie puede “vender” el triunfo de unas vacunas, que llagaron tarde y mercadeadas para, de esta forma, hacerse imprescindibles. Una vez más la industria farmacéutica (que no los científicos y sanitarios) y los grandes fondos de inversión y las bolsas se han dedicado a lo que de verdad saben: A jugar con la vida y la muerte. La dimensión socio-económica de esta “pandemia”, de la que China extrañamente está exenta a pesar de ser su origen, es esencial para comprender y prepararse para un siglo XXI que se antoja pandémico. El secretario general de la ONU ha enfatizado “el considerable incremento en las desigualdades globales que está provocando la pandemia COVID-19”. Concretando que han quedado más en evidencia “los mayores riesgos globales de los últimos años, como los sistemas de salud inapropiados, las brechas en la protección social, las desigualdades estructurales o la crisis climática”. Todos estos riesgos conjurables fácilmente con dineros, que deben aportar los que tienen a espuertas. La economía capitalista no permite componendas. Urge un cambio urgente y radical (raíz) de las relaciones socioeconómicas en un mundo de verdad y justamente globalizado, porque aún quedad millones de personas sentenciadas a muerte por este sistema “pandémico”.

Fdo Rafael Fenoy Rico

 

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