Andalucía entra de lleno en uno de sus meses más culturales, el del carnaval, un fiel reflejo activo y vibrante de la sociedad. Esta fiesta, a través de la música, de las letras y de los disfraces, maquillajes, etc., se convierte en un acto reivindicativo y de celebración, donde la libertad de expresión juega su papel más representativo. Para muchos, esta fiesta sigue siendo un espacio de resistencia en una sociedad polarizada, en el que cuestionar a los poderosos, a los políticos, las normas, y las propias vivencias del día a día. En esta tierra del Sur, el carnaval no es solo una fiesta anual, es una identidad compartida, que crece, evoluciona y se adapta, vertebrando y fusionando a generaciones, ideas, conceptos y estilos de vidas, llevando el sentir del pueblo a un teatro, a la calle, e incluso en muchos casos, al cambio social y personal.
Hablar de carnaval es recordar nuestra historia, es afianzar nuestra lengua, es transmitir nuestra cultura, afianzando la esencia más pura y a la vez transgresora. En la actualidad, no existe un acto tan multitudinario como la fiesta de febrero en Andalucía, siendo cada año un renacer con identidad propia y unificadora, defendiendo y mostrando al mundo lo que somos y afianzando nuestro legado y patrimonio a través de la cultura carnavalera, donde el arte en toda su expresión se encuentra en uno de los momentos más relevantes de su historia.
A través las coplas, se cuenta la historia de Andalucía, reviviendo momentos amargos y triunfantes, siendo el medio informativo más veraz y más libre, contado desde la visión de los propios protagonistas, el pueblo. Andalucía abre su veda literaria, con esa mordaz e irónica pluma: “Quedan todos avisados”. Feliz carnaval, Andalucía.