Málaga es una ciudad de contrastes y con ganas de vida. Eso se ha podido ver durante estas fiestas, con las terrazas a rebosar en todos los puntos de la ciudad, pese a la espiral casi perfecta que han conformado la Covid-19, la gripe A y la bronquiolitis, saturando urgencias y centros de salud. Si uno daba una vuelta en la mañana del 7 de enero por cualquier barrio, podía comprobar cómo los puntos de recogida de residuos estaban llenos de cajas de juguetes y, al mismo tiempo, en las zonas de expansión, muchos ciudadanos se aprestaban ya a hacer deporte con el fin de rebajar las consecuencias del turrón y el alcohol. Una Navidad más, y van unas cuantas, hemos asistido al debate sobre las luces de calle Larios y alrededores, que atrae a tantísima gente de fuera, turistas que a la vez consumen y se quedan unos días aquí, dejando algo de dinero, lo que nunca viene mal. Y, por otro lado, en los comedores sociales hemos visto a muchos volcarse con los que menos tienen. Las campañas solidarias de recogida de comida o juguetes han sido habituales en las redes sociales y, pese al frío, desagradable en algunas ocasiones, hay quien ha decidido darse un baño en determinados puntos del litoral para recibir a 2024, un año que, en general, viene cargado de elecciones de todo tipo, pero que en Málaga estará marcado por dos o tres asuntos: el debate sobre el modelo de ciudad y el turismo, los precios de la vivienda (en alquiler o de primera mano) y la zona de bajas emisiones que ahora se pone en marcha y que amenaza con dejar en el dique seco a los coches más antiguos, aunque parece que hay cierta indulgencia, o la habrá, en los primeros meses de rodaje. También ha habido protestas por el hecho de que en la recién remodelada Calle Carretería puedan aparcar los coches (¿dónde podrían aparcar los residentes?, me pregunto sin mala intención), y hasta un patinazo del Málaga, el domingo 7 a última hora, en la Copa del Rey al caer, con mucha dignidad, ante la Real Sociedad, equipo de Primera División (o como se llame ahora) que tuvo que pasarlo mal en una Rosaleda con casi 23.000 almas con las caras pintadas de albiazul. 2024 ha comenzado ya a ser consumido por los malagueños como siempre han hecho: con una sonrisa y una moderada esperanza en el futuro, pese a los problemas. Feliz año, queridos lectores: suerte y salud en este año en el que nos leeremos.
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El debate sobre el modelo de ciudad y el turismo, los precios de la vivienda (en alquiler o de primera mano) y la zona de bajas emisiones
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En mis columnas hablo de la Málaga que fue, de la que es y, a veces, de la que será
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