Un templo neoclásico más grande que algunas catedrales, que nunca se usó como Iglesia y que es centro cultural y social de un pueblo de 200 habitantes. Parece algo sacado de una novela de Ken Follet, pero es una realidad en el corazón de la sierra de Huelva.
Se trata de 'El Monumento', como se denomina en Castaño del Robledo a una de sus dos iglesias, aunque en rigor este edificio no es una iglesia como tal, ya que la obra se quedó paralizada en 1793 y el edificio nunca fue consagrado, para tener, desde entonces, distintos usos, incluido el de cementerio.
El caso es que en el pueblo se presume, y no es para menos, de tener desde el siglo XVIII “la iglesia no iglesia” más grande de España, que tiene su origen en 1783, cuando se pidió al entonces Procurador de Fábricas del Arzobispado de Sevilla la ampliación del templo parroquial de Santiago el Mayor del municipio, necesario por contar ya el pueblo entonces con casi 1.000 habitantes.
Sin embargo, la ubicación y orientación del templo hicieron que fuese imposible acometer la obra de ampliación, y en 1788 se inician las obras de la nueva iglesia, en lo que entonces era la cima de una colina desde la que se divisaba no solo el resto del pueblo, sino buena parte de los campos de alrededor.
Mucha obra para poco dinero
Pero, como recoge la web oficial del Ayuntamiento, al jefe de obras, Alonso Sánchez, le pareció pequeño el proyecto, y decidió ampliarlo con tal magnitud que el Arzobispado se vio obligado a dejar de financiar la obra para no desatender inversiones en otros templos.
El 4 de mayo de 1794 fue despedido todo el personal de la obra, aunque desde el diciembre anterior ya se había parado todo. Se dejaba la iglesia levantada en un alto porcentaje, pero sin terminarla por dentro ni dotarla de techumbre.
Sin embargo, terminada o no, la “iglesia” de Castaño del Robledo es un monumento impresionante, al que el pueblo ha ido dando distintos usos con el paso de los años, como el de cementerio, desde mediados del siglo XIX hasta los años 50 del siglo XX, cuando se sacaron todos los restos del suelo y de los nichos en sus paredes y se trasladaron al actual camposanto municipal.
La restauración que mantiene hoy día el edificio con su cúpula y suelo, entre otros arreglos, culminó en 1992, momento en que el Obispado de la provincia lo reclamó como bien propio, aunque al no tener capacidad para usarlo, (el pueblo tenía 195 y bastaba con una iglesia), decidió cederlo por 30 años al Ayuntamiento, convenio que expirará en 2027.
Uso social para los vecinos
¿Qué se hace desde entonces? En el pueblo hay dos hermandades, que pueden disponer de esta iglesia para sus actividades. La última en usarla ha sido la de Los Dolores, con una barra de comida y bebida destinada a recaudar fondos para sus actividades.
Su hermano mayor, Isidoro Esteban, explica a EFE que todo lo que se hace en este lugar “normalmente es benéfico, ya sea para una hermandad o para algún particular que el Ayuntamiento se lo ceda”, y añade que en el pueblo no solo conocen bien la historia de la iglesia que no es iglesia, sino que es uno de los orgullos de los vecinos.
Al mismo tiempo que la hermandad realiza su venta de comida y bebida, se pueden ver cerca de lo que habría sido el altar mayor varios puestos de venta de artículos artesanos, y una de esas artesanas, Azahara García de la Fuente, que gestiona la firma ‘Berde Menta’, cree que tener actividades en un templo lejos de la religión “es algo que debería ser mucho más frecuente, porque es un lujazo”.
“Este sitio que es increíble, y creo que se podría aprovechar muchísimo más”, afirma, y cree que la artesanía es una buena excusa para darle movimiento al lugar, porque “los artesanos venden originalidad, algo diferente, algo de calidad hecho a mano”.
Y, muy lejos de la escena bíblica de Jesús expulsando a latigazos a los mercaderes del templo, toda la vida que se dé al monumento es una buena noticia para el pueblo y la comarca.
Para que la idea sea una realidad constante, la Diputación Provincial de Huelva tiene intención de ser la administración que gestione el Monumento una vez que termine el actual convenio, o quizás antes, para dotar a la sierra onubense de uno de los centros culturales y sociales más originales que se pueden ver en suelo español.