La sociedad civil es un ente abstracto al que se apela como contrapeso al excesivo protagonismo de los políticos y de las Administraciones Públicas en un país en el que la máxima aspiración de sus jóvenes es hacer carrera como funcionarios, una sociedad civil que raramente toma cuerpo y que, en el caso de Sevilla, se suele identificar con el mundo de las hermandades y las cofradías.
Sin embargo, y más a medida que la crisis económica es utilizada por las Administraciones como coartada para tratar de justificar su parálisis y falta de iniciativas porque sólo conciben estas últimas asociadas a una partida de gasto, la sociedad civil está tomando forma y demostrando con hechos concretos que existe y que es posible movilizar los propios recursos simplemente pasando a la acción, porque el movimiento se demuestra andando.
Hacía tres años que, en paralelo a la crisis económica, en Sevilla no se celebraba la Noche en Blanco de la cultura, una iniciativa surgida a principios de siglo en París para amenizar las horas crespusculares y para dejar de identificar la noche con las actividades discotequeras y asociarla también a la cultura en general y los museos en particular. Esa iniciativa de una noche cultural fue pronto imitada por otras urbes europeas y acabó tomando carta de naturaleza en el calendario.
Como ocurrir suele, Sevilla se sumó con entusiasmo a la novedad hasta que las Administraciones la dejaron morir por consunción, ya que en su política de recorte de gastos la cultura es la primera víctima de los tijeretazos en los Presupuestos, como bien sabemos en Sevilla por el museo de Bellas Artes, el Arqueológico, el Teatro de la Maestranza, la Real Orquesta Sinfónica, los festivales y los agentes culturales.
La raíz del problema radica en la consideración de la cultura por parte de la clase política como un lujo superfluo y, por tanto, como un gasto prescindible o recortable, de ahí que sea una de las ‘marías’ en cualquier Presupuesto, sea del Ayuntamiento, de la Junta o del Gobierno.
Resurrección
Sin embargo, dos grupos de ciudadanos, Sevillasemueve y el organizado en torno al blog Cultura de Sevilla, se propusieron demostrar que, aunque los políticos dejen suelto el timón y sin recursos la nave cultural, era perfectamente posible que la sociedad civil diera un paso al frente y, con la participación de voluntarios animosos, recuperar la perdida Noche en Blanco y, de paso, la autoestima colectiva en estos duros tiempos de quejío y tribulaciones.
Primero lograron la adhesión de algunos agentes culturales; después, de fundaciones también privadas como la Valentín de Madariaga, y, posteriormente, como en una mancha de aceite, se fueron logrando más y más incorporaciones al proyecto hasta lograr casi cuarenta espacios de todo tipo y una magnífica oferta cultural de puertas abiertas, de la que han disfrutado en torno a 20.000 ciudadanos. La recuperación de la Noche en Blanco se convertía así en realidad y en un éxito de público.
El Ayuntamiento ha tenido la inteligencia y sensibilidad de cooperar con el proyecto abriendo las Casas Consistoriales, el aljibe romano de la Plaza de la Pescadería, el castillo de San Jorge, el casino de la Exposición y el Antiquarium de la Encarnación. Por fin la delegada de Cultura, Mar Sánchez Estrella, ha comprendido que la puesta en valor de tantos recursos propios como los que tenemos en la ciudad “no es una cuestión de dinero, sino -dijo- de voluntad política”. Ojalá siga en esta línea para que la experiencia del pasado viernes no sea sólo flor de un día, o de una noche.
Por contra, la Junta limitó su participación al remozado Pabellón de la Navegación de la Expo 92, dependiente de Agesa y no de Cultura, y al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, pero dejó fuera del evento los tres museos más importantes de la ciudad y que habrían dotado a la Noche en Blanco sevillana de mucho mayor atractivo y poder de convocatoria: el de Bellas Artes, el Arqueológico y el de Artes y Costumbres Populares. Con esta decisión, la Consejería de Cultura, que ya ha recortado todas las ayudas a los creadores y salas culturales, ha perdido una excelente oportunidad de conectar con las inquietudes del sector, del que se encuentra cada vez más distanciada y que acusa a su titular de favoritismo con su patria chica. Luciano Alonso ni siquiera supo ver el potencial, como paquete turístico, de esta oferta cultural nocturna en el pórtico de un fin de semana, pese a haber sido el anterior titular de Turismo.
XX Aniversario de la Expo
Antes que la Noche el Blanco promovida por Sevillasemueve y Cultura de Sevilla, otro grupo emanado de la sociedad civil, Legado Expo, había organizado con la única fuerza y medios de su entusiasmo, la conmemoración del vigésimo aniversario de la Exposición Universal. Sin ningún apoyo público, dado que el Ayuntamiento trató de cubrir el expediente en la víspera del último día con el muy criticado espectáculo de las sevillanas de la Expo anexo al encuentro de Casas Regionales, los miembros del Legado organizaron visitas guiadas por el antiguo recinto de la Muestra Universal y una exposición en el Círculo Mercantil (otra entidad privada) de la calle Sierpes, en la demostración de que era posible, de forma modesta pero digna, suplir desde la iniciativa ciudadana las carencias y ausencias de las Administraciones Públicas y sin necesidad de subvenciones con cargo a los Presupuestos.
El Consistorio tomó buena nota de sus errores por su inhibición en el XX aniversario de la Expo, pese a haber creado previamente una comisión conmemorativa que durante siete meses no hizo absolutamente nada, y ha sabido corregirse con motivo de la Noche en Blanco.
Pinacoteca arzobispal
Otro hito en este sentido, fruto de la aportación privada, fue el mismo viernes pasado la presentación del programa de visitas (en principio sólo un sábado, aunque lo ideal serían todos los de mes) a la pinacoteca del Arzobispado, la tercera en importancia de la ciudad tras las colecciones del Museo de Bellas Artes y de la Catedral y que hasta ahora ha permanecido fuera del alcance de los sevillanos y de los foráneos.
La materialización de esta loable decisión del arzobispo, monseñor Asenjo, sólo ha sido posible gracias a la vital aportación de la Fundación Sevilla Endesa, presidida por Javier Benjumea, la cual ha renovado por completo el anticuado e inseguro sistema eléctrico de las galerías y salones del Palacio y los ha dotado de una iluminación especial que permitirá admirar las obras de arte en todo su esplendor. Se trata de otro ejemplo de revalorización de nuestros propios recursos culturales al margen de las Administraciones Públicas y que enriquece no sólo la vida de la ciudad, sino que también potencia nuestra oferta para tratar de captar ese turismo urbano al modo de las grandes capitales europeas y que encuentra en la cultura uno de sus principales reclamos.
El teatro del centro
Y en esta concatenación de acontecimientos culturales, ayer concluyó en el Teatro Quintero la última representación del espectáculo El loco soy yo, producido y protagonizado por el conocido comunicador Jesús Quintero en alusión al título del programa que le lanzó al estrellato periodístico, ‘El loco de la colina’, tomado a su vez de la canción de los Beatles que sonaba como música de fondo en el momento en que estaba delante del micrófono y buscaba una nueva identidad profesional y, probablemente, hasta personal.
Jesús Quintero cumplía así el viejo sueño de su infancia de ser actor, su primera vocación antes que la periodística, y de subirse a las tablas con la obra más difícil, la de interpretarse a sí mismo delante del público y sin la intermediación de una cámara de televisión o de un micrófono radiofónico.
Más allá del debut digamos profesional como actor del niño de pueblo que nunca dejó de ser Quintero, el trasfondo de esta historia es que pudiendo estar desde hace años disfrutando de una vida plácida en Marbella, Mallorca, Miami o cualquier otro retiro dorado, Quintero ha preferido hacer patria andaluza y sevillana invirtiendo su patrimonio personal en la rehabilitación como teatro en la calle Cuna, al que ha dado su nombre, del antiguo cine Paté, para convertirlo en plena crisis en un espacio multicultural en el que tengan cabida desde las representaciones teatrales hasta una escuela de comunicación, pasando por estudios de televisión y radio, librería, sala para conciertos, escuela de maquillaje, celebración de eventos....
Mientras que las Administraciones y la clase política ha dejado perder en los últimos decenios todos los teatros que había en el corazón del casco antiguo de Sevilla (San Fernando, Imperial, Alvarez Quintero, Coliseo, Llorens...), Jesús Quintero, en un maravilloso rapto de locura, ha puesto el dinero de su bolsillo para dotar a la ciudad de un teatro, el único teatro del Centro, y de una temporada estable en la que lo mismo se programa a Christina Rosenvinge que música clásica para niños. Se enriquece así también la oferta cultural de Sevilla, sin subvenciones de ningún tipo y a pecho desnudo frente a la peor crisis en nuestra historia reciente.
El legado de la Expo, la Noche en Blanco, la pinacoteca arzobispal con la Fundación Sevillana Endesa, el teatro Quintero... son la viva demostración de que la sociedad civil existe y que pese a tantos imponderables y la ola de desánimo y pesimismo que nos invade en la actual coyuntura socioeconómica Sevilla, como habría dicho Galileo, se mueve.