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La Matanza de Tiananmen cumple su 20 aniversario bajo el silencio forzoso

Sólo el aumento de la policía en la plaza que da nombre a la masacre y el bloqueo de un buen número de webs en las últimas horas ?entre ellas Hotmail y Twitter? hicieron el día de ayer diferente a otros en Pekín, donde hablar en público de la matanza sigue siendo un tabú.

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  • Un hombre protesta contra la matanza con un disfraz de un soldado chino. -
Sólo el aumento de la policía en la plaza que da nombre a la masacre y el bloqueo de un buen número de webs en las últimas horas –entre ellas Hotmail y Twitter– hicieron el día de ayer diferente a otros en Pekín, donde hablar en público de la matanza sigue siendo un tabú.

Hace 20 años, después de siete semanas de protestas pacíficas, muchos fueron asesinados, y aunque uno de cada diez pequineses participó en la manifestación que hizo tambalearse al PCCh, saben que hoy es peligroso hablar de ello.


“El partido lo ha convertido en un tabú. Cualquier mención está considerada una confabulación para derrocar al régimen”, explica un profesor de la Universidad de Columbia.

Solamente algunos familiares de las víctimas y los disidentes exiliados han alzado su voz cada mes de junio estos veinte años.

“El dolor sigue vivo en el lugar más profundo del corazón”, señala Zhang Xianling, de 72 años y cofundadora de la asociación Madres de Tiananmen, que reúne a 120 familiares que han confirmado datos de 195 asesinados.

Las Madres, basándose en las cifras publicadas en los hospitales aquella noche, creen que en total fueron 2.000 los muertos. Los soldados mataron al menor de sus tres hijos y lo enterraron en la misma plaza sin identificar, con otros, para no dejar rastro.

Pero el cadáver de Wang Nan, que murió con 19 años la madrugada del día 4 tomando fotos frente a los fusiles para “que la Historia conociera la verdad”, fue enterrado junto al muro de la Escuela Secundaria Número 28, y emergió a la superficie con la lluvia.

Jeff Widener, quien tomó la famosa foto de un joven frente al tanque, explica que el día 4, cuando los soldados salieron a limpiar las calles con mangueras, “el suelo de la avenida Chang'An era literalmente rosado”, lo que da una idea de la sangre derramada.

Zhang, ingeniera de telecomunicaciones, dejó de trabajar en 1989, después de confirmar la muerte de su hijo: “No podía levantarme de la cama. Hasta que me di cuenta de que no era una tragedia personal, sino de muchas familias, de un país entero. Fue una matanza”.

Ding Zilin, de 82 años, es la otra fundadora de Madres, y tiene la cara lacerada por el dolor. Perdió a su único hijo, Jiang Jielian, de 17 años, la noche del 3 en el puente de Muxidi.

El Ejército no sólo cargó contra los estudiantes, sino también contra los vecinos que miraban desde los balcones, por lo que allí, a 4 kilómetros al oeste de la plaza, fue donde murió la mayoría de las personas.

La anciana, que se intentó suicidar seis veces, dice que los ruegos del movimiento, “democrático y patriótico”, siguen teniendo hoy sentido: frenar la corrupción y mayor libertad y democracia, y deplora que los gobiernos democráticos ya no presionen a Pekín.

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