El patrimonio de una ciudad habla de ella, la hace habitable y permite que sus vecinos se identifiquen con su entorno. El visitante encuentra en el patrimonio de la ciudad que recorre las señas de identidad, su historia, pero también el respecto social que su gente le brinda como lugar de destino.
En la capital, la Catedral muestra una imagen digna de contemplar por su belleza. No ocurre lo mismo con su entorno, que lejos de invitar a mirar, ahuyenta y hiere a quien contempla. El patrimonio monumental e histórico de la ciudad tiene un valor incalculable, un valor sentimental, de orgullo de pertenencia a un territorio con monumentos de la talla del templo catedralicio de esta ciudad.
El patrimonio de la ciudad está cada vez más dañado, fruto de actos vandálicos que se reflejan en pintadas que rallan el insulto y que ponen de manifiesto la falta de respeto que no merece la riqueza monumental de esta ciudad.
Pintadas que no esquivan ni fachadas de monumentos, ni paredes de edificios institucionales, ni rincones con solares tapiados llenos de símbolos y expresiones en colores llamativos, que hacen que la mirada de quien habita la ciudad y quien la visita, no puedan echar la vista al lado.
Eso no es arte, no es libertad de expresión, es un insulto, un atentado contra Jaén capital.
El incivismo es un problema, pero también la falta de atención desde los servicios municipales, que o no tienen medios o no los invierten en borrar las huellas del vandalismo, sobre todo cuando las pintadas se mantienen en el tiempo, forman parte del paisaje monumental y no se retiran. Salvo casos puntuales como ocurrió la última vez que se atentó contra propia la fachada trasera de la Catedral.
Las señales turísticas de este Jaén que busca posicionarse en el mapa, no dejan ver hacia dónde pasear.
Las pintadas alcanzan cualquier rincón. Si hiere en pleno corazón histórico de la ciudad, siendo la Catedral testigo de quienes atentan contra sus alrededores; no duele menos en cualquier barrio, minado de este tipo de pintadas y vandalismo contra el patrimonio de todos los jienenses.
La Catedral es la joya arquitectónica de esta ciudad y sus alrededores no le hacen justicia histórica ni monumental, ni ayudan a su candidatura a Patrimonio de la Humanidad.
Proteger la ciudad del vandalismo, borrar pintadas y mantener el patrimonio es tarea de todos, pero por ahora, incivismo y belleza van de la mano en el conjunto histórico de la capital jienense.