El 18 de noviembre se celebra el día europeo del uso prudente del antibiótico que persigue el objetivo de concienciar a los profesionales sanitarios y a la población general sobre la importancia de la utilización responsable de los antibióticos.
La primera pregunta que podría surgir es obvia ¿Qué es un antibiótico? Un antibiótico es una sustancia química producida principalmente por bacterias, hongos y vegetales y que destruyen microorganismos, concreta, única y exclusivamente bacterias.
El primer antibiótico fue la penicilina, descubrimiento atribuido a Alexander Fleming, el 28 de septiembre de 1928 pero en cuyo descubrimiento participó un equipo de al menos siete personas más, entre ellas Howard Florey y Ernst Chain que compartieron con Fleming en 1945 el Premio Nobel de Medicina y Fisiología.
Los antibióticos usados correctamente, pueden salvar vidas pero hay un problema de resistencia a estos. Esto ocurre cuando las bacterias se transforman (adquieren genes nuevos) y se vuelven capaces de resistir los efectos de un antibiótico. La resistencia a los mismos por parte de estos microorganismos se da a través de los mecanismos que estos han desarrollado y les confieren la capacidad de inactivar la acción de los antibióticos.
El frecuente y desacertado uso de estos medicamentos ha alterado la ecología clásica de los gérmenes dando gran ventaja a las bacterias y facilitando la aparición de bacterias ultrarresistentes, es decir, que no se ven afectadas por ningún antibiótico conocido.
Hemos entrevistado a Ignacio López Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra y uno de los divulgadores científicos más afamados del momento en nuestro país y nos cuenta que ya empieza a haber casos de superbacterias en las que se da la coincidencia de que son patógenas y, al mismo tiempo, resistentes a todos los antibióticos. Un caso concreto puede ser Neisseria gonorrhoeae, algunas cepas concretas se han hecho ya resistentes incluso a los últimos antibióticos diseñados.
“Estas bacterias pueden atacar a cualquier persona, independientemente de su edad, aunque las personas mayores ya enfermas son más sensibles a ser atacadas, principalmente en hospitales, un ambiente especialmente favorable para que se den este tipo de infecciones” nos cuenta Ignacio en una de sus respuestas.
Por culpa de las bacterias ultrarresistentes fallecen en el mundo unas 700.000 personas cada año, en Europa 33.000, ¡esto es más de 3 personas cada hora! De no alcanzar una solución, estamos hablando de previsiones que señalan que esta cifra podría elevarse a los 10 millones de muertos en el mundo para el año 2050, muchas más muertes que debido al cáncer.
La SEIMC (Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica) ha analizado la mortalidad por estas bacterias en 82 hospitales de 15 comunidades autónomas durante una semana en la que se registraron 903 pacientes con infección por bacterias ultrarresistentes de los que casi el 20% fallecieron. Según nos explica Ignacio, muchas intervenciones médicas como las grandes cirugías, los trasplantes o los tratamientos contra el cáncer se basan en administrar antibióticos para evitar posibles infecciones secundarias. Si los antibióticos no funcionan, esas prácticas médicas podrán ser inútiles: el enfermo podría superar el cáncer pero morir de una infección durante el tratamiento como ocurrió con Eloina Combarros, paciente con cáncer de mama que falleció tras una operación tras ser afectada por una bacteria resistente a 21 antibióticos o el de Alex que tras una operación de ligamentos se veía nuevamente jugando al futbol pero una infección bacteriana retrasó sus planes, aunque afortunadamente pudo superar la infección.
El mayor problema para solucionarlo es el financiero. Los científicos no tienen el suficiente presupuesto para hacer las mejoras de los medicamentos para que puedan destruir a las bacterias que se han hecho inmunes a estos.
A pesar de las dificultades económicas, investigadores como Ignacio siguen buscando nuevos antibióticos, “se modifican antibióticos "viejos" o se diseñan nuevos antibióticos. También se buscan nuevas estrategias, como el empleo de virus que matan bacterias (bacteriófagos) o se refuerza el uso de la vacunación, pues es una manera de reducir infecciones y de forma indirecta el uso y abuso de antibióticos”.