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El Puerto

Lo que yo te diga... del Shorty Week

De cine querido Quique. Como una película, la historia comienza a escribirse como un film de lo más variado y de los más diversos géneros. Suspense, terror...

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Luis Miguel Morales | De cine querido Quique. Como una película, la historia comienza a escribirse como un film de lo más variado y de los más diversos géneros. Suspense, terror, comedia... Para todos los gustos. Porque los hay para todos.

El Puerto está inmerso en una película algo rocambolesca, pero tan real como la vida misma, en la que se asienta sobre sus propias vivencias. Como no hay semana que no la despidamos con algún problema nuevo, después de que el Monkey Week se nos marchara a Sevilla, ahora es el festival de... cine el que nos dice adiós. Hasta luego.

El Shorty Week remata la propiamente para ilustrarnos que aún podemos ir a peor. Que los peores augurios se pueden llegar a cumplir y que podemos llegar a estar viviendo un eterno deja vu, un ‘Día de la marmota’ con todas las letras.


En su adiós esgrimen que buscan mejores perspectivas, que necesitan ayudas, que se van hartos, que allí se les valorará más, que están cansados de dar sin recibir, que aquí todo es muy complicado. Que le prometen y luego no le dan. Que les mienten.

Así hasta aburrirte Pedregal. Pero tranquilo, que no te entretengo hoy mucho. Que para hacer una buena película ante todo hace falta un director, uno que sepa mandar, liderar, que conozca lo más íntimo. Uno que se deje aconsejar y no busque el estrellato y renuncie al bien propio antes que el general.

Que para que la película resulte entretenida hay que rodearse de buenos profesionales, que los que vengan lleguen comidos, que no tengan apetito, que entiendan y que al menos tengan una interpretación a la altura.

Compañero Pedregal, en definitiva, que hay que saber. Que no se puede arrancar un proyecto sin un presupuesto predefinido, copiado o apropiado. O sin mayoría. Que si vas a poner un extra que sea más bueno que el mejor. Que ya no vale grabar por grabar. 

El Puerto está inmerso en un gran estudio sin terminar. Sin plan, sin organización y sin preparación dudo que algún día se pueda proyectar algo que merezca realmente la pena. Que la tostá nos la están comiendo. Que como leí el otro día en Facebook, “El Cuervo llegará a un día a tener más que El Puerto”.

Y no, no va mal desencaminado. ¿Que sin el Shorty Week la ciudad va a continuar? Pues claro que sí. Faltaría más. Pero que es triste. Muy preocupante que los que apuestan por avanzar, por crecer, por hacer algo innovador y diferente, los jóvenes, los aburramos y se larguen.

Que sin juventud no hay ni habrá futuro. Y El Puerto ha entrado preocupantemente hace tiempo en ese túnel sin salida y viscoso. Seguimos perdiendo y continuamos peligrosamente a ser demasiados vogueur. Nos recreamos en ver lo que hace los demás olvidándonos de lo que hacemos aquí.

‘Una ventana indiscreta’ que nos aparta y que nos margina de todo lo que nos distinguía como diferente y especial.
Que ‘Un día de furia’ es lo que nos hace falta para salir del anestesiamiento generalizado.

Quique Pedregal | Shorty, pequeño, cortito, enano, monkey, macaco, mono… qué más da, Luismi. El tema al final es el mismo. No digo yo que el presupuesto de todos los portuenses tenga que sustentar las actividades privadas de toda empresa que le dé por emprender un negocio en El Puerto, pero por lo menos, al menos, no se debería dejar escapar las que están funcionando.

La culpa de todo no la puede tener el equipo de gobierno de turno, pero ya se fue PC City, se piró  Urende, nunca llegó Ikea… y lo que te rondaré morena. Y ahora el Shorty Week. Otro más que levanta anclas, esta vez más cerquita, para sentir más cobijo, más calorcito. Justo y comprensible. Yo hubiera hecho lo mismo.

Los portuenses tenemos un problema, a mi entender, y es que solo protestamos en las barras de los bares; sino que se lo digan a mi amigo Juan, confesor improvisado de muchos amigos que le visitan en su establecimiento cada día. Y así no arreglamos nada.

¿Quién puede pensar en la mala intención de unos gobernantes –da igual los de ahora que los de antaño- que parecen no saber hacia dónde se dirigen? Es lo de siempre: la culpa del otro, llámese técnico, Junta, Gobierno Central, Diputación o partido. Siempre es por la maldita culpita de otro.

Y otra pregunta, Luismi, ¿quién decide al fin y a la postre? ¿El funcionario que con la normativa entre los dientes te hace pasear de ventanilla en ventanilla? ¿El político que no es capaz de buscar el resquicio legal, y digo legal, para acometer lo que conviene a la ciudad? ¿O el votante que deposita o no su voto cada cuatro años?

Lo de El Puerto es de traca. No sé ni cómo salimos adelante. Dices más arriba, Luismi, que no se va a hundir nuestra ciudad porque no tengamos Shorty Week, pero los negocios de hostelería y alojamiento lo van a notar otra vez.

Pero, en fin, amigo. Voy a terminar con un extracto de Moby Dick, de Herman Melville. “Pero por qué ocurrió que, después de haber olido la mar muchas veces como marino mercante, ahora se me metiera en la cabeza ir en una expedición ballenera, eso lo puede contestar mejor que nadie el invisible oficial de policía de los Hados que tiene constante vigilancia sobre mí, y me rastrea secretamente, y me influye de algún modo inexplicable.

Y no cabe duda de que el marcharme en ese viaje ballenero formaba parte del programa general de la providencia que estaba trazado hacía mucho tiempo”.

¿A que va a ser el destino, Luismi? Lo que yo te diga.

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