Los familiares del director de la empresa Moulinex José María Félix Latiegui (Guipúzcoa), asesinado en el año 1981, fueron expulsados el pasado jueves de la Audiencia Nacional por el presidente de la Sala de lo Penal, Javier Gómez Bermúdez, por exhibir y exigir que se juzguen estos hechos, que la Audiencia Nacional ha considerado prescritos.
Este altercado ha hecho que las víctimas insistiesen todavía más ayer en lo que se ha convertido en los últimos años en una de sus “grandísimas batallas”: Que no prescriban estos delitos, tal y como ha recordado Mapi de las Heras, viuda del dirigente socialista Fernando Múgica, asesinado por ETA en 1996.
Y que no lo hagan porque, como ha apuntado Irene Villa, que sufrió un atentado de ETA en 1991, cuando tenía 12 años, “el dolor de una víctima no prescribe”.
“El que lo ha hecho lo tiene que pagar, pasen los años que pasen”, ha dicho Villa en relación a lo ocurrido durante el juicio por el asesinato en 1982 del delegado de Telefónica en San Sebastián Enrique Cuesta y su escolta, Antonio Gómez.
María Olvido Del Valle, viuda de otra víctima de ETA, también se ha lamentado porque le puede ocurrir lo de la familia Latiegui: “Los asesinos de mi marido no han aparecido aún, y llevo ya 31 años. Mi marido falleció, pero los que quedamos estamos condenados por vida”.
Esta reclamación la quisieron hacer expresa las víctimas en 2008 al incorporarla al manifiesto que tienen desde el primer Congreso: Pidieron que los crímenes terroristas fueran considerados como violaciones de derechos humanos por la comunidad internacional y que fueran incluidos en la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional.
Ayer lo han vuelto a recalcar al leer el manifiesto en un homenaje a las víctimas que ha tenido lugar en la Plaza Mayor de Salamanca, al que han asistido miles de personas, entre ellas autoridades y personalidades, como el ex presidente del Gobierno José María Aznar.
Su presencia ha sido muy aplaudida con vítores de “presidente, presidente” y “vuelve, vuelve” por los miles de ciudadanos que casi llenaron la Plaza Mayor, mientras sonaban las notas del conocido himno que se ha convertido en la voz de todos los afectados por actos terroristas.