El archipiélago japonés de Okinawa recordó este martes mediante actos de perfil bajo para evitar contagios el 75 aniversario del final de la cruenta batalla homónima de la II Guerra Mundial entre estadounidenses y japoneses, que se llevó unas 200.000 vidas.
La ceremonia anual se celebró en el Parque Memorial de la Paz de Itoman, localidad en el sur de la isla principal de Okinawa que fue escenario del final de la batalla, y tan solo pudieron acudir invitados que viven en la propia prefectura, informó la agencia local Kyodo.
El primer ministro japonés, Shinzo Abe; los alcaldes de Hiroshima y Nagasaki y un representante de la ONU tenían previsto acudir al acto, pero las restricciones para evitar la propagación de la COVID-19 hicieron que solo pudieran estar presentes a través de mensajes en vídeo enviados para la ocasión.
La Batalla de Okinawa supuso la única invasión terrestre de Estados Unidos en Japón durante la II Guerra Mundial y se produjo pocos meses antes del lanzamiento de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki que llevó a la rendición total del país asiático.
El sangriento enfrentamiento duró tres meses y costó la vida de uno de cada cuatro okinawenses, unos 94.000 en total.
Las autoridades del pequeño archipiélago suelen aprovechar el aniversario para subrayar la pesada carga que soporta aún Okinawa, que acoge en torno al 75 por ciento de las bases militares estadounidenses que hay en Japón.
Estas instalaciones, que ocupan una quinta parte de la superficie de la isla principal, fueron construidas sobre suelo expropiado durante el periodo de ocupación estadounidense que duró hasta 1972, dos décadas más que en el resto del país asiático.
El plan propuesto por el gobierno central japnés es el traslado de las bases militares a un área menos poblada dentro del mismo archipiélago, pero el bloque contrario a ese proyecto retuvo la mayoría en la asamblea regional en las elecciones celebradas este mes.