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Ronda

Un paseo por la historia de la Ronda más distinguida

Un libro del rondeño Manuel Garrido, quien fuera cronista oficial de la ciudad, reúne a todas las personas que han sido distinguidas oficialmente por la ciudad

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  • El autor del libro -

Manolo Garrido es un enamorado de su ciudad, y de ella fue cronista oficial hasta hace poco más de dos años. Fue durante ese tiempo cuando asumió una altruista labor cuyos resultados han quedado ahora plasmados en un libro donde se recogen todos los honores y las distinciones que la ciudad de Ronda concedió durante la última centuria a distintas personalidades. Admite que si el conjunto de bienes y riquezas de una ciudad está compuesto por sus edificios, paisajes, historia, arte o cultura, “el mayor patrimonio que posee Ronda es el humano, son sus gentes, según he podido descubrir a lo largo del proceso de este libro”, anota en su encuentro con RONDA SEMANAL. El libro fue presentado ante numeroso público este jueves pasado en el Archivo Municipal, en el Convento de Santo Domingo. Su prologuista, Antonio Garrido, hizo de presentador. Junto al autor, también la alcaldesa, Mari Paz Fernández, que quiso presidir el acto. Garrido regaló a la regidora el que será Libro de Honores y Distinciones de Ronda, con la mayoría de sus páginas en blanco, salvo un par de bellas anotaciones, obra de Isabel Martín, que ilustran cómo deberán rellenarse esas páginas con el nombre de cada uno de los distinguidos rondeños, aquellos que fueron y los que tengan que venir. 

No ha sido un proyecto sencillo. La única fuente fidedigna se encontraba en los archivos, en los apuntes de las actas de pleno, en la mayoría de los casos; también en decretos de Alcaldía o actas de distintas comisiones. Y Garrido se valió del archivo municipal, en primera instancia; allí existen documentos entre los años 1808 y 1985. Para las más recientes anotaciones hubo que buscar en la Secretaría General del Ayuntamiento. Se encontraron más de un centenar de nombramientos, “la gran mayoría bien justificados”, refiere. En los casos más antiguos, con breves anotaciones justificativas en las actas; en los más recientes, con los argumentos esgrimidos en las sesiones de nombramiento. El libro recoge, así, la enumeración de hijos predilectos e hijos adoptivos; pero además la historia de quienes consiguieron alguna de las medallas de la ciudad o incluso algún otro nombramiento singular: “Se han llegado a conceder distinciones como la de huésped de honor o visitante ilustre, a distintos personajes que llegaban a Ronda, especialmente de instituciones y gobiernos”. El libro recoge también los nombramientos de ciudadanos de honor o alcaldes honorarios. Incluso se inventó el título de Hijo Ilustre, concedido únicamente a Juan Pérez de Guzmán tras el fallecimiento del escritor y estudioso rondeño, al que dos años antes se había otorgado el título de Hijo Predilecto. Estas distinciones son anecdóticas en cantidad. Curiosamente no fueron reguladas hasta 1964, cuando se publicó el reglamento de honores que sigue vigente en la actualidad. Nunca se nombró, por ejemplo, a un concejal honorario, pese a prever el reglamento dicha distinción. Tampoco se concedió ninguna medalla de bronce, habiéndose entregado al grupo de teatro TES la única medalla de plata concedida, y existiendo varias Medallas de Oro, entre ellas la otorgada en 1967 al dictador Francisco Franco, cuyo proceso de revocación se inició durante la pasada legislatura, bajo el mandato de Antonio Marín Lara, sin haberse concluido en el tiempo transcurrido desde entonces al cambiar el signo del Gobierno municipal. Y sólo hubo por ello una única revocación en toda la reciente historia de Ronda, la del título de Hijo Predilecto concedido en 1920 al político José Estrada y Estrada, a quien se concedió dicho título por su apoyo a las infraestructuras rondeñas, entre ellas el último tramo de la carretera entre Ronda y San Pedro, al frente como diputado Liberal de distintos cargos en Fomento: “Pero cambió de ideología, y su paso al partido republicano por la comarca de Antequera, dejando de lado a Ronda”. Conocidas las rencillas entre ambas localidades, once años después, en junio de 1931, esta ciudad le quitó el título concedido.

LOS OTROS NOMBRES

Llama la atención que “personajes ilustrísimos como Vicente Espinel, Pedro Romero, el Niño de la Palma o Giner de los Ríos no tengan ninguna distinción de esta ciudad”, señala Manuel Garrido, advirtiendo que “nunca es tarde, porque el reglamento prevé la concesión de cualquier distinción a título póstumo”. Es Hijo Adoptivo, sin embargo, José Antonio Ortega Lara, el funcionario de prisiones secuestrado por ETA cuya historia conmocionó al país. El verano de 1997, tras su liberación, recibió la distinción, no sin críticas de algunos grupos políticos, como el grupo andalucista, cuyo portavoz entonces, el propio Marín Lara, habló de oportunismo político.

Ronda intentó agasajar también a quien fuera ministro en el año 1973, Gonzalo Fernández de la Mora y Mon; siendo alcalde Francisco de la Rosa y el mencionado ministro de Obras Públicas, “la ciudad estaba deseosa de mejorar sus comunicaciones, y para pedir su ayuda para la carretera entre Ronda y San Pedro”, y se le nombró hijo adoptivo y predilecto en un mismo pleno, fórmula permitida “para hacer hijo predilecto a alguien no nacido en la ciudad”. Después se le acabó entregando la Mellada de Oro de la ciudad que únicamente ostentan el propio Franco, los salesianos y Juan de la Rosa.

El curioso estudio publicado por Manuel Garrido desvela cómo fue en 1890 cuando se concedió el primer título de Hijo Predilecto al jurista y filósofo Manuel Montero de Sierra, quien consiguió para Ronda la gestión de los montes de propio que reclamaba para sí Cortes de la Frontera: “Hoy disfrutamos, muchos años después, de aquellos beneficios, y probablemente pocos recuerden a este hombre”. Su familia vive en la calle que lleva su nombre junto a Duquesa de Parcent. Y el primer título de Hijo Adoptivo se entregó a un cura que, tras llegar a Ronda en 1891 como párroco del Socorro, acabó reconstruyendo la abandona iglesia de La Merced.

Y por su excepcionalidad, Garrido recuerda que es hijo adoptivo de Ronda Julio Sabino Lagares, uno de los supervivientes del accidente del colegio de la Victoria de Málaga en la carretera de Montejaque en abril de 1966. Fue uno de los heridos más graves, y Ronda se volcó con su recuperación, tanto que tras su mejora, en julio de aquel año, recibió la distinción en recuerdo además de los profesores y alumnos muertos como consecuencia de aquella tragedia. En el mismo pleno recibió una distinción el arquitecto Pons Sorolla, que reconstruyó el casco antiguo o las murallas.

Y así, hasta un centenar de historias que merece la pena recordar.

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